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Parece que la indisciplina en las aulas, el gamberrismo de las aulas, está calando en la política del país. Salta la noticia de que Esperanza Aguirre, la presidenta de la Comunidad de Madrid, desea inocular a los profesores de Primaria y Secundaria el titulillo de «autoridad», semejante a la etiqueta de policías, jueces, etc. Así que tanto la agresión física como psicológica de los alumnos, o de sus papás, a los profesores podría pagarse con una temporada en prisión. ¿Quién puede creerse tan gran disparate? (…).
Me levanto. Miro en el cúmulo de papeles viejos de clase. No me sonaba haberlas tirado a la basura. Descubro copia de faltas de conducta que yo mismo he puesto a lo largo de todo un curso. En total son 108. Poquísimas, puesto que tengo una paciencia endiablada, aparte de que el castigo no casa con mi carácter. Pero hay normas en los centros, que los alumnos conocen, y uno no puede quedarse inmóvil frente a tan espinoso tema. Tampoco es pedagógico. A continuación salvo, para mi memoria, todos los textos que conservo de puño y letra, ordenados cronológicamente y por cursos.
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«No deja de jugar y alborotar con el compañero de atrás. Al ver que le ponía amonestación me ha dicho claramente: «tu puta madre». No lo he expulsado porque son las 13.25 h.».
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«Ha dicho en voz alta y clara “hijoputa” a uno de sus compañeros. Al indicarle que lo expulsaba de clase, se ha puesto amenazante conmigo. Por otro lado, veo que este alumno se está tomando demasiadas libertades respecto a mí: al principio de esta misma clase, para llamarme, ha clavado su dedo, fuertemente, varias veces en mi hombro.».
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Fragmento perteneciente a DIETARIO EN RED 2009-2010