Una compañera de Departamento, muy amable, de hechuras y habla muy llanas, me indicó tan bien los pasos a seguir en coche, que el viernes llegué directo con el Ibiza, sin amagos de meter la pata. Descarto la visita al Puente del Diablo, aquel de origen romano con ojiva gótica. Aunque aún no he preguntado a nadie, intuyo que queda muy lejos a pie. El diablo en el candelero. Menudo elemento. Puente del Diablo. Un nombre que incita al morbo.
Fragmento perteneciente a DIETARIO EN RED 2009-2010