El caño a presión de su sangre manchaba mi ropa, y con diez o doce estocadas todavía forcejeaba.
Fragmento perteneciente al relato titulado
«La confesión» , del libro Cuentos agrios (pág. 34).
El caño a presión de su sangre manchaba mi ropa, y con diez o doce estocadas todavía forcejeaba.
Fragmento perteneciente al relato titulado
«La confesión» , del libro Cuentos agrios (pág. 34).