El monasterio de la Encarnación

He invertido casi toda la mañana en la visita al monasterio de la Encarnación, donde estuvo viviendo la poeta Teresa de Ávila, o santa Teresa de Jesús, durante treinta años; y donde estuvo cinco, el poeta Juan de Yepes, o san Juan de la Cruz, como confesor de la Santa y de toda la congregación. He hecho cientos de fotografías. Allí se respira libertad. Al visitante lo dejan en paz. Tengo mucho escrito en la libreta.

Cubierta ebook ÁVILA.pmd

El monasterio de Santo Tomás

Poco antes de visitar el monasterio de Santo Tomás, me he pasado por unos cuantos palacetes (el palacio de los Serrano, la mansión de los Deanes, el palacio de los Almarza, el palacio de los Ochoa Aguirre o Superunda) y una iglesia románica, la de Santo Tomé, que debería incluirse en la ruta teresiana. Incluso he tenido tiempo para la alucinación, debido a lo que me he encontrado, por casualidad, en el Colegio de Abogados de Ávila.

Cubierta ebook ÁVILA.pmd

 

La casa de los Davila

De todos los edificios civiles que se conservan en Ávila, el palacio de los Dávila es el más vistoso, el más espectacular (los otros no me gustan). Fíjense en el matacán. Hay más cosas a destacar, evidentemente.

Cubierta ebook ÁVILA.pmd

El bautismo de santa Teresa

En este edificio de aspecto tan austero y fachada tan simple fue bautizada, el 4 de abril de 1515, Teresa de Ávila, o santa Teresa de Jesús. Dentro se puede ver la pila bautismal. Este edificio está ubicado justo al lado del Mercado Chico, una plaza cargada de historia.

De las murallas, el Teso del Carmen

Menuda se lio en esta parte de las murallas de Ávila, el Teso del Carmen, en el espacio de mi novela titulada COMO LAS VÍBORAS. En esa ocasión, también en mi anterior visita, estaba toda esta bajada nevada. Efectivamente, se me nota en la cara un buen grado de complacencia. Aquellos tiempos, aquellas imposturas.

La catedral de Ávila

El atrio de la guerrera catedral de Ávila ofrece cierto detalle oculto. Todo es cuestión de fijarse un poco, tampoco demasiado. Detrás de mí aparece uno de los dos guerreros salvajes que flanquean la entrada. Curioso el interior.

La basílica de San Vicente

Según mi parecer, y mis gustos, la basílica de San Vicente es la joya de la corona de toda Ávila. Por fuera, es una pieza de orfebrería perfectamente conservada; por dentro, entre otras huellas sorprendentes, posee el cincelado románico más impresionante que mis ojos han visto.

Cubierta ebook ÁVILA.pmd

La plaza de Santa Teresa de Jesús

La plaza de Santa Teresa de Jesús (la antigua plaza del Mercado Grande) da mucho juego en Ávila. Ya ando como loco por escribir, de lleno, sobre todo lo que estoy encontrando, y reencontrando, en esta ciudad. Al fondo se ve una de las más poderosas, y vistosas, puertas de las murallas, la puerta del Alcázar.

La iglesia románica de San Pedro

Aquí, una de las fachadas laterales de la iglesia románica de San Pedro. Efectivamente, aquel edificio en cuyo interior se cometieron las impronunciables aberraciones con el joven Frankie, en mi novela de Ávila titulada COMO LAS VÍBORAS. Estre otros vestigios, este edificio tiene un interesante asunto en su rosetón.

La puerta de la Malaventura

Esta puerta de las murallas de Ávila, la puerta de la Malaventura, la he encontrado inexplicable y absolutamente cambiada. El cambio me ha dejado boquiabierto, cabreado. Los motivos los dejaré escritos, por supuesto. Fíjense en el barrido caminito que hay hasta ella: por ahí van los tiros… que me han dado de lleno.

La ermita románica de San Segundo

En la ermita de San Segundo.
Esta ermita estuvo cerrada en mi anterior visita a Ávila,
hace quince años.
Qué fresquito hace dentro, mmmmmm, qué fresquito.
Al fondo se ven un maderamen medieval
y un señor lleno de flechazos,
en franca tortura.

El río Adaja

Junto al río Adaja,
que va hecho una penita en la canícula,
a su paso por las murallas de Ávila.

En Ávila, desde los Cuatro Postes

Quince años después,
de nuevo en Ávila.
Panorámica que se recoge desde las afueras,
en los Cuatro Postes.

El Buscón, de Quevedo, primera parte

Les presento la primera parte de mi adaptación al castellano actual de la novela
EL BUSCÓN, de Francisco de Quevedo.
Disfruten de este espectáculo inédito.

     

       

Sobre Milagros de Nuestra Señora

Con las siguientes tres entregas de Milagros de Nuestra Señora (Los dos hermanos, El nuevo obispo de Pavía. El prior y el sacristán, El labrador avaro. El clérigo simple), doy por concluida una primera fase de las traducciones al castellano moderno de la obra de Gonzalo de Berceo. ¿El motivo? La elección del tiempo. ¿Que qué he elegido? Quedarme, durante todo el verano, ni más ni menos que con don Francisco de Quevedo. ¿Que de qué manera? Traduciendo su novela titulada El buscón. ¿Y algo más? Sí, algo que me hace sentir lo bien que me circula la sangre por las venas, en relación al maestro Quevedo, y que anunciaré en el momento oportuno.

Sigan ustedes atentos a la pantalla, y buen verano tengamos todos.