Don Pablo sonrió como quien, de repente, encuentra que tiene toda la razón.
-Pero eso no lo encuentra usted entre los seres irracionales. Los seres irracionales son más gallardos y no engañan nunca. Un gatito noble como ese, ¡je,je!, que tanto miedo le daba, es una criatura de Dios, que lo que quiere es jugar, nada más que jugar.
A don Pablo le sube a la cara un sonrisa de beatitud. Si se le pudiese abrir el pecho, se le encontraría un corazón negro y pegajoso como la pez.
Fragmento perteneciente a la novela de Camilo José Cela, La colmena (pág. 47).
Escritos míos donde aparece Camilo José Cela: