El nacionalismo y Pío Baroja (V)

(El nacionalismo y Pío Baroja, quinta entrega)

Pío Baroja y el nacionalismo

Excelente imagen sobre el hombre, el mono y el cerdo.

Con relación al interés parece lógico y práctico a primera vista que las regiones ricas se quieran separar de las pobres. Es un sentimiento egoísta, mezquino, pero muy natural. Quizá a la larga no sea tan práctico como parece. Lo sea o no lo sea, lo que no comprendo es que se odie a la región pobre y a sus habitantes por pobres. Esto será siempre una aberración, un sentimiento despreciable para un verdadero chapelaundi. (…).

En todos los pueblos del mundo la política produce un elemento ambicioso, arribista, bajo e inmoral. Político y chanchullero son sinónimos. (…)

Y si las gentes mezquinas que necesitan que España se disgregue están en mayoría, que se disguegue, que se separen las regiones unas de otras y se vaya cada cual por su lado, pero hagamos la despedida general más bien con una sonrisa que con una amenaza. Al fin y al cabo, por esto no se ha de hundir el mundo, ni la tierra de España ha de desaparecer en los mares.

Si las patrias y los templos se derrumbaran, no lloremos por ellos, pensemos que se levantarán otros mejores y que al fin y al cabo la patria del hombre es el mundo; y el mejor templo, la naturaleza.

Si hacemos esta disosiación sin muertes, asolamientos ni otros disparates y el hacerlo es un error más de los españoles, al menos si tenemos que reunirnos mañana de nuevo y no hay sangre de por medio no habrá tampoco un obstáculo grave para la unión.

Fragmento perteneciente al libro de Pío Baroja, Momentum catastrophicum (pág. 55).

Escritos míos donde aparece Pío Baroja:
Dietario en Red 2004-2006
Dietario en Red 2007-2008
Articulismo formal
Mi cuaderno gris

 

El nacionalismo y Pío Baroja (IV)

(El nacionalismo y Pío Baroja, cuarta entrega)

Pío Baroja y el nacionalismo

Pío Baroja, en la cuarta entrega del nacionalismo, y siguiendo con su pragmatismo.

¿Así que no hay diferencia regional ninguna? -me preguntarán-. Sí, sí la hay, pero es una diferencia que apenas puede trascender a la política. Hay, no cabe duda, un matiz sentimental especial en cada región, pero este matiz se encuentra vagamente expresado en la poesía y en la música populares, en las costumbres; puede servir para informar una clase de literatura o de arte, pero no bastará para hacer leyes distintas.

Así un político catalán, castellano o vasco no se diferencian en nada, usarán todos las mismas ideas y los mismos lugares comunes; en cambio, un escritor y un músico se distinguirán.

Yo, por ejemplo, no siento hostilidad alguna para la gente del Mediterráneo, aunque me han acusado de esto los catalanes, pero tampoco tengo con sus escritores y artistas una hermandad espiritual.

A mí, en general, los escritores catalanes y todos los del Mediterráneo me aburren; me aburre Blasco Ibáñez, me aburre Salvador Rueda, me aburre también Ricardo León. Su obra entera me parece caligrafía pura.

Un pintor catalán me decía hace dos años en un café de Barcelona: «Cuando veo un tiempo como el de hoy, oscuro, lluvioso y triste me acuerdo de los libros de usted».

Y yo, que encontraba muy lógico lo que me decía, le contestaba:

-Yo cuando leo a los escritores catalanes me parece que estoy en el gabinete de un dentista.

Fragmento perteneciente al libro de Pío Baroja, Momentum catastrophicum (pág. 52).

Escritos míos donde aparece Pío Baroja:
Dietario en Red 2004-2006
Dietario en Red 2007-2008
Articulismo formal
Mi cuaderno gris

 

Andy Hug, superación y drama

Andy Hug. Tras mi desconexión de las artes marciales, sobre todo del taekwondo de competición, no sabía que había existido un hombre así, un relámpago no exento de fatalidad: Andy Hug.

Andy Hug, en acción (ver vídeo de El País)

Andy Hug, en acción (ver vídeo de El País)

En mis memorias hablo un poco de mi etapa marcial.

El nacionalismo y Pío Baroja (III)

(El nacionalismo y Pío Baroja, tercera entrega)

Una reseña biográfica de Pío Baroja

Una reseña biográfica de Pío Baroja. Gracias al periodismo, Baroja fue un escritor viajado, una buena dosis contra el nacionalismo.

Julio César, que conocía muy bien a los pueblos, dijo a los españoles unas frases muy severas después de la batalla de Munda.

«Habéis aborrecido siempre la paz de tal manera, que nunca pudo el Pueblo Romano dejar de tener entre vosotros las legiones. Los beneficios los recibís como injurias y estimáis por favores los agravios. Así, jamás habéis podido conservar ni la concordia en la paz ni el valor en la guerra».

Aun descontando la irritación de César, yo me temo que en estas palabras severas haya un gran fondo de verdad.

Por lo menos, la concordia en la paz bien claramente se ve que no la sabemos conservar.

Si se llega a establecer la autonomía de Cataluña a disgusto de los demás españoles, es de temer que éstos vayan hasta la ruina con tal de perjudicar a los catalanes, y los catalanes, a pesar de ser comerciantes y prácticos, hagan cualquier absurdo para mortificar a los castellanos.

Es así la raza: fácil para la saña, para la venganza, como es fácil también para el entusiasmo y la cordialidad. ¡Qué obra la de los catalanistas y los bizkaitarras! ¡Excitar el odio interregional, fomentar el kabilismo español ya dormido! ¡Qué pobreza! ¡Qué miseria moral! ¡Qué fondo de plebeyez se necesita para emprender esa obra!

Esas gentes que llevan barretina, que es como un calcetín puesto en la cabeza, o esos vascongados de Bilbao, que gastan una boina tan pequeña que parece un solideo, no pueden discurrir como nosotros. Son chapelchiquis.

Hay que tener en cuenta que el insultarse no es necesario ni aun para la separación. Los noruegos no necesitaron insultar a los suecos para separarse de ellos; pero estos eran chapelaundis.

Cierto que un escritor como Maragall reaccionó contra esta tendencia y ensalzó a todas las regiones de España; pero en sus versos laudatorios se notaba en el fondo la política.

Fragmento perteneciente al libro de Pío Baroja, Momentum catastrophicum (pág. 39).

Escritos míos donde aparece Pío Baroja:
Dietario en Red 2004-2006
Dietario en Red 2007-2008
Articulismo formal
Mi cuaderno gris

El nacionalismo y Pío Baroja (II)

(El nacionalismo y Pío Baroja, segunda entrega)

Pío Baroja y la palabra verdad

Pío Baroja: «Es que la verdad no se puede exagerar. En la verdad no puede haber matices» (aquí no se nos escapa otro pecado del nacionalismo)

Enfrente de esta vanidad, de este deseo de figurar, está el español pasivo, perezoso, sin deseo, que no siente la gran necesidad de figurar en el mundo. Ante esta necesidad, el catalán se irrita. (…). Por extraño contraste, el catalán, que tiene más apetito de gloria que el castellano, no tiene una tradición tan gloriosa como éste, sobre todo para el resto del mundo.

Para el extranjero, España es el Cid, es don Juan, es el Quijote, es La vida es sueño, son los cuadros de Velázquez y de Goya, es la conquista de América, son los chapelaundis del Bidasoa. Y en todo esto los catalanes han colaborado poco. Es decir, que la representación de la España gloriosa está, principalmente, en Castilla.

Castilla y las provincias unidas a ella tuvieron la suerte en el pasado de producir sus hombres más ilustres y de realizar sus más altas empresas en el momento en que la luz del mundo se dirigía muy principalmente a ellas.

Después vino la penumbra de España, cosa natural, porque la Península no tiene la pasta mineral catalana necesaria para ser una gran nación, y su explendor tenía que ser un explendor pasajero. ¿Cómo luchar desde la modestia de nuestros medios económicos actuales con ese momento brillante que dejó en el mundo la impresión de algo definitivo?

La cosa es difícil y tiene que desanimar a quien la emprenda.

De aquí la acritud, la amargura de los catalanes al verse excluidos de unos hechos históricos definitivos e irremediables, y al comprobar que esos hechos deslucen los intentos modernos.

Esta es para mí la razón principal de que los catalanes no tengan amor por España. Se me dirá que la mayoría de los españoles tampoco tiene amor por Cataluña. Cierto. Esperar que unas regiones amen a otras, que unos individuos tengan cariño por otros, es una utopía para todo el que no sea un chapelaundi; pero al menos podíamos contentarnos con que el «Amaos los unos a los otros» fuese en la práctica: «Soportaos los unos a los otros».

Tampoco, sin duda, esto es posible ni en los individios ni en las regiones.

Fragmento perteneciente al libro de Pío Baroja, Momentum catastrophicum (pág. 36).

Escritos míos donde aparece Pío Baroja:
Dietario en Red 2004-2006
Dietario en Red 2007-2008
Articulismo formal
Mi cuaderno gris

El nacionalismo y Pío Baroja (I)

El nacionalismo vasco quiere basarse sobre la idea de la raza, así es de endeble y de raquítico. Es una teoría de chapelchiquis.
El que no tiene los cuatro apellidos vascos no es vascongado, según nuestros nacionalistas.

El nacionalismo y Pío Baroja (I)

El nacionalismo y Pío Baroja (I)

Ya podemos los que no estamos en ese caso preparar la maleta para el momento en que triunfen los bizkaitarras. Lo extraño es que uno de los primeros que tendrá que largarse del país será uno de los jefes bizkaitarras: el Sr. Sota.
Los nacionalistas catalanes, más enterados que los vascongados y más cucos, no han hecho hincapié en esta idea de la raza: aquellos datos de los índices cefálicos del doctor Robert los abandonaron como una fantasía sin valor, y han ido a afirmar la nación a la manera que la afirmaba Renan, como un todo espiritual, con una idea, con un lenguaje y con una dirección.
Otros sostenes además de la raza tiene el nacionalismo, la religión, el idioma, la cultura, la historia, la simpatía y la antipatía, y, por último, el interés.

Hablaré de todo ello de una manera rápida, no desde el punto de vista político y práctico, sino desde un punto de vista espiritual literario chapelaundiano.
De todos estos factores del nacionalismo, para mí en el catalanismo y el vasquismo influyen, más que nada, la antipatía y el interés.

El catalán tiene una vanidad vidriosa, y le molesta y le irrita ser de un país, como España, que no figura hoy en el mundo. Ahí está el caso de la guerra actual. España no ha figurado, no ha tomado parte en el conflicto; los catalanes no podrán estar entre los aliados entre músicas, banderas y colgaduras. Esto le entristece al catalán, y ha llegado a creer que el resto de los españoles ha tenido la culpa, porque se acomodan a vivir sin brillo y sin fanfarria.
El catalán quiere ser interesante a toda costa. Así ha dicho Cambó: «Cataluña es el país más idealista y más romántico del mundo». Mañana dirá: «Cataluña es el país más realista y menos romántico del mundo», y se quedará tan tranquilo. Los hombres del «Debe» y «Haber» son así.

Fragmento perteneciente al libro de Pío Baroja, Momentum catastrophicum (pág. 34).

Escritos míos donde aparece Pío Baroja:
Dietario en Red 2004-2006
Dietario en Red 2007-2008
Articulismo formal
Mi cuaderno gris

Palabras irreverentes / Columnas

Palabras irreverentes,

como artículo individual,

aquí.

 

El crimen de la calle de Fuencarral y Pío Baroja

Resulta curioso, y hasta chocante, que el maestro Pío Baroja, siempre tan cercano en el tiempo, haya sido testigo de una ejecución pública, cuando las ejecuciones públicas todavía se barajaban en España. En este caso, Pío Baroja fue testigo de la ejecución de la autora del crimen de la calle de Fuencarral.
Veamos cómo describe el asunto Pío Baroja:

El verano de 1888 se apasionó Madrid con el crimen de la calle de Fuencarral, que fue uno de los crímenes más famosos de España, no tanto por el hecho en sí, que no era de gran importancia, sino por la repercusión que tuvo en la prensa y en el público.

Higina Balaguer, ejecutada

Ejecución de Higinia Balaguer, autora del crimen de la calle de Fuencarral

En el número 109 de la calle de Fuencarral, casa de apariencia modesta, que todavía existe, en un segundo piso mataron a una señora entre la criada, Higinia Balaguer, y una amiga de ésta, Dolores Ávila. ¡Qué apasionamiento en el público! Todo el mundo parecía atacado por una histeria colectiva.
El proceso de este crimen debió durar mucho tiempo, y, sobre todo, en su segunda época fue cuando produjo más curiosidad y mayor expectación.
Los periódicos se dividieron ante la opinión pública en sensatos e insensatos. Sensatos eran los que pensaban que los autores principales habían sido las dos mujeres citadas, una de ellas la protagonista principal y la otra su cómplice.
Los insensatos creían, como un dogma, que la señora que apareció muerta había sido asesinada por su propio hijo, Vázquez Varela, el cual en la época del crimen estaba recluido en la cárcel Modelo, aunque salía de ella, según la opinión de alguna gente, por complacencia del director.
Yo vi a la protagonista del crimen de la calle de Fuencarral, a la Higinia, y hablé con ella en un pasillo del hospital.
Tiempo después, por insistencia de un condiscípulo que estudiaba Medicina como yo, presencié la ejecución de la Higinia Balaguer desde los desmontes próximos a la cárcel Modelo, a una distancia de trescientos o cuatrocientos metros.
Hormigueaba el gentío por aquellos desmontes que entonces no estaban ni poblados ni urbanizados como están ahora. Soldados de a caballo formaban un cuadro muy amplio delante de un muro. Sobre éste se hallaba el patíbulo.
La ejecución fue muy rápida. Salió al tablado una figura de mujer, vestida de negro. El verdugo le sujetó los pies y las faldas; luego los Hermanos de la Paz y Caridad y el cura, con cruz alzada, formaron un semicírculo delante del patíbulo y de espaldas al público. Se vio al verdugo que ponía a la mujer un pañuelo negro en la cara y que daba rápidamente vuelta a la rueda; luego quitaba el pañuelo, y desaparecía.
El cura y los Hermanos de la Paz y Caridad se retiraron, y allí quedó una figura negra muy pequeña, destacándose sobre la tapia roja de ladrillo, ante el aire azul de una mañana luminosa de primavera.
Las cosas más absurdas se contaban y se decían.
Las fantasías del pueblo se desataron. Según algunos, la Higina era inocente. El verdugo se había prestado a una farsa, porque no era la Higinia a la que había estrangulado, sino un muñeco al que sentaron en el patíbulo para que lo viera la gente.
A esta mujer criminal, la musa del pueblo maleante le había dedicado una canción, un tango brutal y cínico, entonces conocido. En él se equiparaba el crimen con una fiesta de toros.

Fragmento perteneciente al libro de Pío Baroja, Reportajes (pág. 83).

Escritos míos donde aparece Pío Baroja:
Dietario en Red 2004-2006
Dietario en Red 2007-2008
Articulismo formal
Mi cuaderno gris

 

Sobre la narrativa actual / Columnas

Sobre la narrativa actual,

como artículo individual,

aquí.

Cien años de Camilo José Cela

Más anécdotas de Camilo José Cela, muerto en enero de 2002. Los aficionados a las anécdotas literarias tienen, en Madrid, en la Biblioteca Nacional, una exposición de 600 objetos vinculados a Camilo José Cela, premio Nobel (lo de «premio Nobel» lo pongo porque al maestro le gustaba muchísimo ese premio, lo mismo le gustaba que a los chiquillos los caramelos).

Camilo José Cela, poniéndose interesante, en edad maduraEscritos míos donde aparece Camilo José Cela:
Dietario en Red 2004-2006: (iBookstore, Amazon, Tagus, Kobo, Nook)
Dietario en Red 2007-2008: (iBookstore, Amazon, Tagus, Kobo, Nook)
Artículos fronterizos: (iBookstore, Amazon, Tagus, Kobo, Nook)
En la tumba de Camilo José Cela: (iBookstore, Tagus, Google Play)
Madera de perdedor: (iBookstore, Amazon, Tagus)
Melancolía: (iBookstore, Amazon, Tagus)
Adiós, Vallirana: (iBookstore, Amazon, Tagus)

Sobre el amor a los esqueletos / Columnas

Sobre el amor a los esqueletos,

como artículo individual,

aquí.