Tras reposar, ya del todo, las emociones que me ha transmitido una visita al monasterio románico-gótico de Sant Cugat del Vallès, me complace compartir, ya en general, una serie de notas.
Lo más destacable
El descubrimiento de una historia violenta, el asesinato de un abad en plena celebración de la misa del Gallo del año 1350. Se dice que un gallo de hierro cantó durante el asesinato.
Una pintura gótica que sobrepasa la ternura. Lo que aparentemente parece ser un bebé poniendo su manita en un pecho de su madre, no es así. Como puede comprobarse fácilmente, el bebé, a su madre, no le pone la manita en un pecho, se la pone en el corazón.
El capitel más íntimo del claustro románico es el relieve de un hombre barbudo laborando;
y el capitel más inquietante, el de un cuchillo empuñado.
También hay un espacio para el terror, a través de una pintura entre gótica y renacentista, de la mano del pintor Aine Bru. Pertenece al degüello del mártir que da nombre a la ciudad. La pintura, del año 1507, está, como reproducción a tamaño natural, en el piso superior del claustro.