Sólo le faltaron once minutos para estar muerto. Se quedó fulminado en su primer infarto de miocardio.
Fragmento perteneciente a la novela titulada El solitario (pág. 135).
Sólo le faltaron once minutos para estar muerto. Se quedó fulminado en su primer infarto de miocardio.
Fragmento perteneciente a la novela titulada El solitario (pág. 135).
—¿A ver? ¿Me dejan? —preguntó Salvador haciéndose paso—. Despejen. ¿A ver?
Fragmento perteneciente a la novela titulada El solitario (pág. 134).
El individuo yacía sobre las escaleras, en un estado de incuestionable agonía.
Fragmento perteneciente a la novela titulada El solitario (pág. 133).
—Galleguiña —le pregunto al oído, en la inevitable parsimonia de los flipes—, ¿la has cagao?
Fragmento perteneciente al relato titulado
«Aquella que fue», del libro Cuentos agrios (pág. 121).
En sus ojos se desplegaron los cabellos de su esposa, como si formaran parte de un telón que se cierra.
Fragmento perteneciente al relato titulado
«El borracho» , del libro Cuentos agrios (pág. 87).
El pensamiento era la única vida fresca dentro del moribundo.
Fragmento perteneciente al relato titulado
«Noche de tropiezos y altivez» , del libro Relatos del fuego sanguinario y un candor (pág. 88).
Dejemos en paz a la muerte
Texto perteneciente a la novela titulada EL PASEO DE LOS CARACOLES (pág. 159).
El agonizante contempla el espectáculo con dificultad.
Texto perteneciente a la novela titulada EL PASEO DE LOS CARACOLES (pág. 117).
La madre del agonizante mira a la abuela, y después hacia los inmutables ojos de la muerte
Texto perteneciente a la novela titulada EL PASEO DE LOS CARACOLES (pág. 116).
El agonizante acepta la certeza de los hechos
Texto perteneciente a la novela titulada EL PASEO DE LOS CARACOLES (pág. 115).
Dos conejicos, un cochinillo, cinco gallinas y un gallo son los animales del corral que vuelven a la vida
Texto perteneciente a la novela titulada EL PASEO DE LOS CARACOLES (pág. 114).
La joven madre del agonizante, con sus veinte años, viste de luto.
Texto perteneciente a la novela titulada EL PASEO DE LOS CARACOLES (pág. 113).
La ventana entreabierta del agonizante
Texto perteneciente a la novela titulada EL PASEO DE LOS CARACOLES (pág. 112).
—La única pena que tenemos es que no nos hayas visto hasta hoy
Texto perteneciente a la novela titulada EL PASEO DE LOS CARACOLES (pág. 71).
—Porque te estás muriendo
Texto perteneciente a la novela titulada EL PASEO DE LOS CARACOLES (pág. 70).
A la muerte se la mira mal. Casi ninguna persona la quiere ver.
Texto perteneciente a la novela titulada EL PASEO DE LOS CARACOLES (pág. 69).
—¡Ahora no te duermas!
Texto perteneciente a la novela titulada EL PASEO DE LOS CARACOLES (pág. 68).
El agonizante, vaya usted a saber por qué, supone que su pueblo fue engullido por la necesidad.
Texto perteneciente a la novela titulada EL PASEO DE LOS CARACOLES (pág. 67).
La muerte y los muertos dominan hoy a la gente del Paseo.
Texto perteneciente a la novela titulada EL PASEO DE LOS CARACOLES (pág. 66).
«O eres una mala sombra o me estoy volviendo loco».
Texto perteneciente a la novela titulada EL PASEO DE LOS CARACOLES (pág. 49).
Como la mayoría de los moribundos, no está solo.
Texto perteneciente a la novela titulada EL PASEO DE LOS CARACOLES (pág. 48).
Su cuerpo no responde a nada, ni siquiera lo siente.
Texto perteneciente a la novela titulada EL PASEO DE LOS CARACOLES (pág. 47).
El techo del bar es el suelo del primer piso. En sus losas se apoya una cama, y en la cama, desde hace unas horas, agoniza un hombre.
Texto perteneciente a la novela titulada EL PASEO DE LOS CARACOLES (pág. 16).