Nunca me he arrodillado ni me he encogido de esta manera.
Fragmento perteneciente al relato titulado
«La confesión» , del libro Cuentos agrios (pág. 35).
Nunca me he arrodillado ni me he encogido de esta manera.
Fragmento perteneciente al relato titulado
«La confesión» , del libro Cuentos agrios (pág. 35).
El caño a presión de su sangre manchaba mi ropa, y con diez o doce estocadas todavía forcejeaba.
Fragmento perteneciente al relato titulado
«La confesión» , del libro Cuentos agrios (pág. 34).
A lo mejor, si ahora entro en mi casa, hallo a mi maldita mujer de pie, desafiante, enérgica, movida por fuerzas divinas enfrentadas. Y me cose a puñaladas.
Fragmento perteneciente al relato titulado
«La confesión» , del libro Cuentos agrios (pág. 30).
Desde sus alforjas se rizaba un humo violeta
Fragmento perteneciente a
UNA NIÑA PERDIDA EN EL MAR.
RELATOS DEL FUEGO SANGUINARIO Y UN CANDOR.
El día que los dos guajiros de malas costumbres asaltaron el chamizo, los niños de aquella humilde estancia aprendieron a estar queditos y sin respirar debajo de la tierra
Fragmento perteneciente a
UNA NIÑA PERDIDA EN EL MAR.
RELATOS DEL FUEGO SANGUINARIO Y UN CANDOR.
El pensamiento era la única vida fresca dentro del moribundo.
Fragmento perteneciente al relato titulado
«Noche de tropiezos y altivez» , del libro Relatos del fuego sanguinario y un candor (pág. 88).
La trepidante ciudad continuó abastecida de violencia.
Fragmento perteneciente al relato titulado
«Memoria de la ciudad sin paz» , del libro Relatos del fuego sanguinario y un candor (pág. 83).
—Y acuérdese de tumbarlo cuando le clave el cañón en la tripita. Así, seguro que atina.
Fragmento perteneciente al relato titulado
«Primerizo en brasas» , del libro Relatos del fuego sanguinario y un candor (pág. 74).
Cualquiera lo diría, siempre encuerada en mi casa
Fragmento perteneciente al relato titulado
«En un rincón oscuro» , del libro Relatos del fuego sanguinario y un candor (pág. 49).
Sé que me escuchan, por mucho que me parezca extraño.
Fragmento perteneciente al relato titulado
«El día aquel del cementerio» , del libro Relatos del fuego sanguinario y un candor (pág. 30).
Y añadió: ya veo que no se te da nada meterte en un pudridero.
Fragmento perteneciente al relato titulado
«El día aquel del cementerio» , del libro Relatos del fuego sanguinario y un candor (pág. 29).
La hermana me dijo que me mataron al novio.
«Fragmento perteneciente al relato titulado
«El día aquel del cementerio» , del libro Relatos del fuego sanguinario y un candor (pág. 25).
Halló un tiro limpio en la frente.
Fragmento perteneciente al relato
titulado «Eduvigis Lindavista» , del libro Relatos del fuego sanguinario y un candor (pág. 19).
La tenía sobre sus rodillas, la arrullaba en su pecho marchito, la mojaba de lágrimas
Fragmento perteneciente al relato
titulado «Eduvigis Lindavista» , del libro Relatos del fuego sanguinario y un candor (pág. 18).
—¿De qué equipo eres?
—Los Chicago Bulls.
—Qué puto yanqui; yo, del Barça.
Fragmento perteneciente al relato
titulado «El itinerario» , del libro TRENZADO DE HOMICIDAS (pág. 60).