Afuera, los camareros de la Rambla recogen las mesas y las sillas con la trágica idea de ahogarse, paulatinamente, en el aire calentón.
Texto perteneciente a la novela titulada EL PASEO DE LOS CARACOLES (pág. 14).
Afuera, los camareros de la Rambla recogen las mesas y las sillas con la trágica idea de ahogarse, paulatinamente, en el aire calentón.
Texto perteneciente a la novela titulada EL PASEO DE LOS CARACOLES (pág. 14).
Cuando la amplia y oscura cazuela se enfría, el caldo de los caracoles es de un acentuado verde hierbabuena. Los caracoles, tiesecillos, muertos fuera de la concha, con paciencia se pueden contar de uno en uno. Sólo quedan dos o tres raciones.
Texto perteneciente a la novela titulada EL PASEO DE LOS CARACOLES (pág. 13).
De nuevo se enclaustró en su vivienda, sobrecogido, tembloroso, cada día más pálido y huidizo.
Fragmento perteneciente a la novela titulada El solitario (pág. 26).
Salvador, en busca de su portal, tropezó con una botella de cerveza, un envase vacío de litro que rodó un par de metros sin quebrarse.
Fragmento perteneciente a la novela titulada El solitario (pág. 25).
—Bien. Pasando. Oye, me he estado quedando con tu cara desde hace un rato. Y me parece que te gustaría matar a alguien.
Fragmento perteneciente a la novela titulada El solitario (pág. 24).
—Va, Salva, que me estás poniendo muy cachonda con ese carácter que tienes. Que parece que te haces de rogar, que estás de vuelta de todo. Mírame las piernas.
Fragmento perteneciente a la novela titulada El solitario (pág. 23).
Salvador notó que una mano de mujer, en su barbilla, le levantaba la cara. Lo primero que descubrió fue un considerable escote, unos pechos de mayúscula fortaleza, de piel dorada y maravillosamente cálida.
Fragmento perteneciente a la novela titulada El solitario (pág. 22).
Allí, junto al sillón, apareció un rostro con los ojos cerrados, una faz de tamaño natural, una tez barbada, rigurosamente exacta a la que todavía hoy se conserva en la llamada Sábana Santa de Turín.
Fragmento perteneciente a la novela titulada El solitario (pág. 21).
Nota: Si pone el cursor en las fotografías, saldrá un globo con un pequeño comentario.
Pepín, el camarero trasnochado
Texto perteneciente a la novela titulada EL PASEO DE LOS CARACOLES (pág. 167).
Los camareros, al final de su briega, respiran el aire fresco del ciprés
Texto perteneciente a la novela titulada EL PASEO DE LOS CARACOLES (pág. 165).
El esqueleto Federico, por el que nadie apuesta un duro, camina por las solitarias callejas de las fábricas.
Texto perteneciente a la novela titulada EL PASEO DE LOS CARACOLES (pág. 163).
El mariquita José tuvo días de esplendor
Texto perteneciente a la novela titulada EL PASEO DE LOS CARACOLES (pág. 161).
Dejemos en paz a la muerte
Texto perteneciente a la novela titulada EL PASEO DE LOS CARACOLES (pág. 159).
El cielo da un tumbo.
Texto perteneciente a la novela titulada EL PASEO DE LOS CARACOLES (pág. 158).
Casi todos los muertos se conocen
Texto perteneciente a la novela titulada EL PASEO DE LOS CARACOLES (pág. 157).
“Así te dieras un tropezón y te saltaras los sesos”.
Texto perteneciente a la novela titulada EL PASEO DE LOS CARACOLES (pág. 153).
Los granizos ya sólo forman parte de la memoria.
Texto perteneciente a la novela titulada EL PASEO DE LOS CARACOLES (pág. 152).
Sus hijos todavía no lo odian, sólo lo temen.
Texto perteneciente a la novela titulada EL PASEO DE LOS CARACOLES (pág. 151).
sale por pies, despavorida, ante la imprevista avalancha de granizos como piedras
Texto perteneciente a la novela titulada EL PASEO DE LOS CARACOLES (pág. 150).
con sus ya inamovibles cincuenta y cinco años, rolliza, tetona, tontiloca.
Texto perteneciente a la novela titulada EL PASEO DE LOS CARACOLES (pág. 149).
—¡Hijoputa —dice—, que te voy a partir la boca!
Texto perteneciente a la novela titulada EL PASEO DE LOS CARACOLES (pág. 148).
Tiene las marcas de su silla señaladas en el culo.
Texto perteneciente a la novela titulada EL PASEO DE LOS CARACOLES (pág. 147).
le arrea tal mamporro que el crío sale despedido.
Texto perteneciente a la novela titulada EL PASEO DE LOS CARACOLES (pág. 146).
—Tú, en esta vida, vas a ir de puto culo si mueves las manos así.
Texto perteneciente a la novela titulada EL PASEO DE LOS CARACOLES (pág. 145).
—Muchacho —dice—, estos caracoles no tienen cuernos.
Texto perteneciente a la novela titulada EL PASEO DE LOS CARACOLES (pág. 144).
Allá va el coche fúnebre, seguido de un tropel de automóviles.
Texto perteneciente a la novela titulada EL PASEO DE LOS CARACOLES (pág. 136).
La madre de la difunta camina como ciega.
Texto perteneciente a la novela titulada EL PASEO DE LOS CARACOLES (pág. 135).
—Sardinasenadobo, boqueronesenvinagre —dice—, callosbravaspinchos, caracolesgordosypequeños.
Texto perteneciente a la novela titulada EL PASEO DE LOS CARACOLES (pág. 134).
A Pepín, tras esas palabras, se le encoge el ombligo.
Texto perteneciente a la novela titulada EL PASEO DE LOS CARACOLES (pág. 126).
Hay que templar los nervios y no permitir que hiervan
Texto perteneciente a la novela titulada EL PASEO DE LOS CARACOLES (pág. 125).
los vecinos asalvajados de la difunta Mercedes
Texto perteneciente a la novela titulada EL PASEO DE LOS CARACOLES (pág. 124).
—¡Siéntate aquí! —le increpa uno de los viejos—, que andas como un tonto.
Texto perteneciente a la novela titulada EL PASEO DE LOS CARACOLES (pág. 122).
—Visítame pronto, rey
Texto perteneciente a la novela titulada EL PASEO DE LOS CARACOLES (pág. 121).
La putilla sufre cuando piensa.
Texto perteneciente a la novela titulada EL PASEO DE LOS CARACOLES (pág. 118).
—¡Capullo, desgraciado, cuánto tiempo sin verte! —dice.
Texto perteneciente a la novela titulada EL PASEO DE LOS CARACOLES (pág. 109).
—¿Y qué te decía?
—Echas peste.
Texto perteneciente a la novela titulada EL PASEO DE LOS CARACOLES (pág. 108).