Superados los escollos,
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MI CUADERNO GRIS.
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Sucedió ayer.
Reseña de M. Carmen,
paisana de Cornellá de Llobregat,
sobre mi novela El Paseo de los Caracoles,
en Conversando entre Libros.
¡Todo un placer!
Muchas gracias.
No hay «tintes sobrenaturales». Toda la novela es «sobrenatural». Está en primera persona. Quien cuenta la historia, la voz narrativa, es un muerto, un fantasma. Y solo hay una persona, entre los vivos, que lo escucha, un abuelo ciego que anda relegado en su casa. (Interesantes los comentarios). Saludos.
* * *
M. Carmen Molero, ¿conversando, entre libros? Le has cortado la palabra a un escritor que lleva una década tras otra escribiendo. A la vista está. La ofensa existe, pero no es por mi parte, es por la tuya. A la vista está. El comentario mío, que aparece aquí en rojo, no salió. Porque borraste la página entera, reseña incluida. A la vista está. Al hacerme cargo de la realidad que yo en ese momento estaba viviendo, en un primer segundo sentí el peso de la incredulidad; en el siguiente, algo parecido a una decapitación; y en el tercero, la indiferencia que provocan muchos de mis recuerdos, entre los que formas parte. Pediste un ejemplar de la novela El Paseo de los Caracoles, y la editorial, sin ningún coste para ti, gratuitamente, amablemente te lo remitió a la dirección indicada. ¿Para esto? Hay que tener cuidado contigo. Repartes besotes. ¡Ojo con ellos!
Resistencia Literaria publica hoy
una entrevista que me ha hecho.
¡Todo un placer!
Muchas gracias.
Mi novela El Paseo de los Caracoles se encuentra esta semana entre las novelas destacadas de MásLeer.
¡Gracias!
Vídeo de presentación sobre la novela El Paseo de los Caracoles (Alba Editorial, 1999 – Morfeo Editorial, 2019).
El Paseo de los Caracoles: El mundo de los muertos en abierta convivencia con los vivos.
Página en Morfeo Editorial: https://www.morfeoeditorial.com/tienda/el-paseo-de-los-caracoles/
Página en Amazon: https://www.amazon.es/Paseo-Caracoles-Antonio-Galvez-Alcaide/dp/1542666449
Información general: https://www.morfeoeditorial.com/infopaseo.htm
Qué placer más grande anunciar la novela El Paseo de los Caracoles, veinte años después (Alba Editorial, 1999 – Morfeo Editorial, 2019). ¿Alquien duda de su solidez? Yo, por supuesto, no.
El Paseo de los Caracoles: El mundo de los muertos en abierta convivencia con los vivos.
Eduardo Yañez.
La entrevista, aquí.
P.D. De nuevo, Eduardo, muchas gracias. Ahora, dieciocho años después.
Cándido Querol.
Lectura de fragmentos escogidos por Cándido Querol,
intercalada con curiosas canciones: 1.
Lectura de fragmentos escogidos por Cándido Querol,
intercalada con curiosas canciones: 2.
Se inicia la entrevista: 3.
Termina la entrevista: 4.
P.D. De nuevo, Cándido, muchas gracias. Ahora, dieciocho años después.
Crítica, excelente, de Care Santos, a la primera edición de la novela EL PASEO DE LOS CARACOLES. Salió en el suplemento El Cultural, del diario El Mundo, el día 27 de junio de 1999. Llama la atención cómo se parangona mi primera novela con obras cimeras de la literatura en lengua española, como La colmena, de Camilo José Cela, Cien años de soledad, de Gabriel García Márquez, o Pedro Páramo, de Juan Rulfo.
Transcribo la crítica:
Entre Cornellá y Sant Joan Despí, dos poblaciones de la periferia de Barcelona, se extiende El Paseo de los Caracoles. Es un lugar poblado y vital, pero también perfumado por la fragancia a cipreses que llega de los dos cementerios que lo flanquean. Además, estamos en un largo y caluroso día de verano, y va a haber un eclipse. En estas coordenadas espacio-temporales se sitúa la primera novela de Antonio Gálvez Alcaide (Sant Joan Despí, 1963), quien ya contaba en su haber con un édito libro de cuentos, Relatos del fuego sanguinario y un candor, antes de llegar con esta historia a la recta final del último premio Alba-Prensa Canaria, razón por la cual Menchu Solís decidió publicarla.
Es interesante que el escenario escogido por el autor para su debut en los relatos de largo aliento haya sido su propia ciudad. Una ciudad, por ciento, de escasa o casi nula presencia literaria. He aquí el primer aliciente de esta novela. Pero –como siempre sucede– la descripción de un espacio geográfico implica otras consideraciones mucho más profundas.
Al elegir hablar de Sant Joan Despí y de Cornellá, Gálvez está eligiendo hablar de una determinada Cataluña: la de los emigrantes y su descendencia. Con el diccionario de la Academia en la mano podríamos decir que este es un verídico retrato de la Cataluña charnega, que sí ha conocido glorias literarias. Y valga una sola, como ejemplo: El amante bilingüe, de Juan Marsé.
Sin embargo, hay que ser muy ingenuo para no entender que el Paseo de los Caracoles es, más que el escenario de esta historia, el verdadero –tal vez el único– protagonista de la misma. El autor nos presenta a un numeroso ramillete de personajes, todos vecinos del paseo: Pepín, Pachurra, Gemma, Federico, Angelines, Fernandín, Mercedes, María…
Y nos habla de sus circunstancias: la drogadicción, el desengaño, la soledad, la muerte. Es una foto de familia plagada de personajes grises que nos transmiten sus grises experiencias. Sin embargo, uno de estos personajes empieza a imponerse misteriosamente: el narrador. Un narrador intervencionista que, cuando por fin se presenta, en el tercer capítulo, ya tiene al lector intrigadísimo.
Y no hay para menos, ya que el narrador –pronto lo sabremos– es un muerto. Y el Paseo de los Caracoles, que a ratos nos parecía La Colmena y a ratos –arrastrados por la interferencia de lo mágico– nos recordaba a Macondo, ya sólo nos evoca irresistiblemente a Comala, el pueblo imaginario que Juan Rulfo pobló de muertos. A medida que avanzamos en la narración, el autor nos demuestra que algo de eso había: los muertos tienen en esta historia muchísima más importancia que los vivos, y serán ellos los que al final del libro se impongan sobre el resto. “Los muertos que ululan por el Paseo son de todos los tamaños y edades. Unos arrojan alegría; otros, los más jóvenes, juegan a las carreras por las aceras vacías; otros hacen malabarismos mientras flotan en el aire; otros se cuentan sus vidas y sus muertes”, nos deja claro el autor en la página 185.
Por todo, el universo que nos presenta Gálvez es fascinante y sobrecogedor. Más aún porque el paisajista ha tenido buen gusto para escoger los colores de la paleta: la grisura de los protagonistas, la oscuridad del conjunto –con la muerte siempre em primer término– y los colorines de un narrador tan jovial como muy pocos vivos.
Crítica a la primera edición de la novela EL PASEO DE LOS CARACOLES. Esta pertenece a Javier Calvo. Salió en el suplemento cultural Babelia, del diario El País, el 17 de julio de 1999. Resulta llamativo que se califique la novela como «original danse macabre» y que se indique que la novela hunde algunas de sus raíces en la novela de Camilo José Cela titulada La familia de Pascual Duarte.
Transcribo la crítica a continuación:
DANZA MACABRA EN UNA BARRIADA DE INMIGRANTES
La primera novela de Antonio Gálvez Alcaide (Barcelona, 1963) es una original danse macabre ambientada en una barriada de inmigrantes andaluces del extrarradio barcelonés. El narrador es un espectro que deambula por ese escenario –representado como ámbito tétrico y mortuorio–, donde la vida miserable de sus habitantes es asimilada con la muerte gracias a la perspectiva del fantasma que ve ambos mundos superpuestos. La fantasmagoría del relato actúa como sistema de metáforas dentro de un retablo donde lo grotesco, lo macabro y la degradación sexual son exagerados deliberadamente en una valiente apuesta por lo horrible más allá de toda sutileza, experimento que hunde algunas de sus raíces en el Pascual Duarte.
Crítica a la primera edición de la novela EL PASEO DE LOS CARACOLES. Pertenece a Eusebi Boyés. Salió en la revista Lateral, en el número 59, de noviembre de 1999. Este crítico, además de acercarme a Juan Rulfo y a Camilo José Cela, también me aproxima a Francisco Umbral y a Juan Marsé. Se destaca que proclame que la Cornellá de Antonio Gálvez Alcaide es la heredera de La Verneda de Juan Marsé. Paso escaneo.
Como no se ve muy clara la crítica, la transcribo a continuación:
Una colmena deudora de Cela y su variopinto catálogo de habitantes: ése es el marco de El Paseo de los Caracoles, opera prima de Antonio Gálvez Alcaide (Sant Joan Despí, Barcelona, 1963). El título remite a la rambla que separa dos municipios del extrarradio barcelonés: Cornellá y Sant Joan Despí. Una rambla conocida por sus bares de caracoles y por su peculiar ubicación, ya que separa los cementerios de ambas poblaciones. Es decir: conviven en ella la vida de las terrazas y la muerte de los nichos, los vivos y los muertos.
Dos son los principales aciertos de la novela. Por un lado, el confundir, como si de un relato de Juan Rulfo se tratara, espíritus y seres de carne y hueso, fantasmas repletos de vitalidad y gente muerta en vida. El propio narrador, como se irá descubriendo, es un espectro que tiene acceso a la existencia de decenas de personajes gracias a su invisibilidad. Por otro lado, utilizar para el retrato de ese microcosmos un lenguaje rico y sugerente, en la línea del esgrimido por Umbral o el mismo Cela. Su mayor defecto –justo es señalarlo– deriva de esa circunstancia. El autor no acaba de encontrar su estilo propio y la prosa suena a leída. Pero ésa no es razón para abandonar la lectura. Sobre todo si el lector es amante de la literaturización de la Barcelona periférica, la Barcelona de los emigrantes, los contrastes, los viejos pobres y los nuevos ricos. En ese sentido, no hay duda de que el Cornellá de Gálvez Alcaide es el heredero de La Verneda de Juan Marsé.
El viejo profesor, tras cinco días completos y consecutivos de fiesta, llega a la conclusión de que está algo confuso. Es un domingo de madrugada cuando entra en su casa del extrarradio de Barcelona. Le parece mentira encontrarse ya a día 11 de diciembre de 2011. Los días vuelan mucho más veloces que antes. Enciende una estufa eléctrica, su estufa de toda la vida. Se sienta en su sofá, su sofá de toda la vida.
Fragmento perteneciente a las memorias noveladas de la serie El viejo profesor
Doce campanadas de cálido carmesí es un relato de juventud. Recuerdo que, durante su escritura, mediaba mi veintena de años, estrenaba mi primera novia «oficial», o «formal», como diría mi anterior generación, y poco tiempo después el Ayuntamiento de Cornellá de Llobregat le otorgó a la narración el premio Sant Jordi. Quise tensión para Doce campanadas de cálido carmesí, y estilo: todo junto. Y me salió una historia que, en e-book, tiene censurada Amazon, y que en papel se incluye en el libro de relatos titulado CUENTOS AGRIOS.
El agonizante no puede dar crédito a su suerte
Texto perteneciente a la novela titulada EL PASEO DE LOS CARACOLES (pág. 160).
Dejemos en paz a la muerte
Texto perteneciente a la novela titulada EL PASEO DE LOS CARACOLES (pág. 159).
—Tú, en esta vida, vas a ir de puto culo si mueves las manos así.
Texto perteneciente a la novela titulada EL PASEO DE LOS CARACOLES (pág. 145).
Las burbujas de aquellas aguas provenían de las ramas de los cipreses.
Texto perteneciente a la novela titulada EL PASEO DE LOS CARACOLES (pág. 138).
Si la difunta abriera los ojos ahora y se aceptara como es,
Texto perteneciente a la novela titulada EL PASEO DE LOS CARACOLES (pág. 129).
Mirando los delicados ojos dormidos de la difunta Mercedes,
Texto perteneciente a la novela titulada EL PASEO DE LOS CARACOLES (pág. 128).
los chorros de luz violeta que despiden tus ojos.
Texto perteneciente a la novela titulada EL PASEO DE LOS CARACOLES (pág. 127).
La viciosilla Gemma se regodea ante el espejo como su madre la parió.
Texto perteneciente a la novela titulada EL PASEO DE LOS CARACOLES (pág. 120).
—¡Buenas tardes, y buen provecho! —dicen, casi al mismo tiempo.
Texto perteneciente a la novela titulada EL PASEO DE LOS CARACOLES (pág. 107).
¿Dónde estará mi madre?
Texto perteneciente a la novela titulada EL PASEO DE LOS CARACOLES (pág. 106).
Con esto quiero decir que algunas personas logran verme y tratarme como si fuese un hombre cualquiera.
Texto perteneciente a la novela titulada EL PASEO DE LOS CARACOLES (pág. 105).
O se sumergen si sus tumbas se alojan bajo tierra, a fin de averiguar qué queda de sus restos.
Texto perteneciente a la novela titulada EL PASEO DE LOS CARACOLES (pág. 103).
El muchacho recuerda que ayer soñó con la difunta Mercedes
Texto perteneciente a la novela titulada EL PASEO DE LOS CARACOLES (pág. 89).
A Pepín le divierte mucho este solterón de cincuenta y cinco años, con esos aires interpretativos de chico pistolero y sus salidas disparatadas.
Texto perteneciente a la novela titulada EL PASEO DE LOS CARACOLES (pág. 84).