Amanece muy oscuro. Me levanto al alba, como es costumbre. El cielo saluda con un tapiz de negros nubarrones. El cielo saluda incluso a los viajeros que, con una maleta y un macuto, han de empaparse irremediablemente si la inclemencia decide sacudir su nublado y descarado tapiz. El cielo no distingue a nadie.
Fragmento perteneciente a
RUTA DEL OESTE.
DIETARIO EN RED 2007-2008.