Marta Agudo, buena compañera


Acabo de enterarme de tu muerte,
Marta.
Fue ayer.
No sabía que tenías cáncer,
suponía que tu enfermedad era la misma enfermedad crónica de siempre.
Fuiste una buena compañera de universidad.
Todavía me parece verte en primero de carrera,
tan jovencísima, con aquella rapada que te gastaste aquel año,
con aquel pelo pincho por arriba, engominado, azabache.
En la universidad compartíamos corrillo,
y un día me sorprendiste con un regalo,
con la novela de Antonio Lobo Antunes, Esplendor de Portugal,
que todavía tengo en mi estantería, impertérrita,
con unas letras tuyas.
Adiós, Marta.
Fuiste una buena compañera de universidad.
Siempre recordaré tu alucinación, tu asombro,
sobre mi primera novela, sobre El Paseo de los Caracoles.
Adiós, Marta,
un adiós con sentido de hola,
como me ocurre con todos los muertos.