El matrimonio asentía. No se atrevía a sacar a relucir el misterioso suceso de la Rambla que acababa de escuchar.
Fragmento perteneciente a la novela titulada El solitario (pág. 111).
El matrimonio asentía. No se atrevía a sacar a relucir el misterioso suceso de la Rambla que acababa de escuchar.
Fragmento perteneciente a la novela titulada El solitario (pág. 111).
El señor Julián le estrechó la mano con un respeto renovado.
Fragmento perteneciente a la novela titulada El solitario (pág. 110).
Escuchó unas frases sueltas, alejadas del auricular: «Que dice que ya lo sabe, que vio al chiquillo en Barcelona». «¡Cuelga ya!». «¡Ése sigue estando loco!».
Fragmento perteneciente a la novela titulada El solitario (pág. 109).
—¡Mira, escucha, que soy la Guadalupe, tu suegra! ¡Que te hablo desde aquí, desde Fuentes de León! ¿Me conoces?
Fragmento perteneciente a la novela titulada El solitario (pág. 108).
—¡Salva! ¡Salvador! ¡Que dicen que es una urgencia! ¡Que te llaman por teléfono!
Fragmento perteneciente a la novela titulada El solitario (pág. 107).
Se puso al descubierto la totalidad de un rostro atribuido a Jesucristo, exactamente el mismo, y en sus justas proporciones, que el que se aprecia en la denominada Sábana Santa que se conserva en una arqueta de la catedral de Turín.
Fragmento perteneciente a la novela titulada El solitario (pág. 81).
—¡Ah! —continuó Salvador—, se me olvidó enseñarte cómo me bailan los dientes desde hace mucho tiempo, muchísimo tiempo.
Fragmento perteneciente a la novela titulada El solitario (pág. 80).
Cuando empezaba a admitir la posibilidad de que su adorada Magdalena podía estar muerta, sonó una sola vez el timbre rompiéndole, de cuajo, el inicio de un nuevo tormento.
Fragmento perteneciente a la novela titulada El solitario (pág. 79).
Ya no distingo el bien del mal. Sólo sé que tuve una madre buena y que adoro su voz y que odio y que camino desarmado
Fragmento perteneciente al relato titulado
«Mataperros» , del libro Cuentos agrios (pág. 75).
El liviano airecillo la pasea sobre las alturas del comedor
Texto perteneciente a la novela titulada EL PASEO DE LOS CARACOLES (pág. 94).
Las lucecitas que destellan al ritmo de la música devoran la coherencia de sus entendederas.
Texto perteneciente a la novela titulada EL PASEO DE LOS CARACOLES (pág. 73).
Mis amigos creyeron que lo iba a echar de casa a hostias.
Fragmento perteneciente a
TRENZADO DE HOMICIDAS.
—Normal. Todo ha ido normal.
—No me lo creo.
Fragmento perteneciente al relato
titulado «El acoso» , del libro TRENZADO DE HOMICIDAS (pág. 113).
Adiós, hermano.
Fragmento perteneciente al relato
titulado «Síntomas» , del libro TRENZADO DE HOMICIDAS (pág. 80).
¿Por qué dispongo de tan poco espíritu?
Fragmento perteneciente al relato
titulado «Síntomas» , del libro TRENZADO DE HOMICIDAS (pág. 78).
Me acerqué a la puerta del dormitorio, más muerto que vivo.
Fragmento perteneciente al relato
titulado «Síntomas» , del libro TRENZADO DE HOMICIDAS (pág. 77).
No creo yo que esta maniobra se haya reproducido en mi cama. La hubiera notado. Bueno, no sé qué pensar. Yo ya no sé qué pensar.
Fragmento perteneciente al relato
titulado «Síntomas» , del libro TRENZADO DE HOMICIDAS (pág. 75).
A ver, a ver qué nuevas trae la Isa. A ver qué dice. A ver qué hace.
Fragmento perteneciente al relato
titulado «Síntomas» , del libro TRENZADO DE HOMICIDAS (pág. 73).
—¿Te gusta cargarte españoles?
—Yes, sí, claro. Como todo el mundo.
Fragmento perteneciente al relato
titulado «El itinerario» , del libro TRENZADO DE HOMICIDAS (pág. 61).
La maquinaria de su cuerpo se le obstruía. Las palabras se le resistían. Entre empellones mal avenidos le brotaron algunas francamente concisas.
Fragmento perteneciente al relato
titulado «El itinerario» , del libro TRENZADO DE HOMICIDAS (pág. 53).
Enviado por Ivan Tubau
Texto perteneciente a la novela titulada CALIENTE (pág. 141).
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Nota del autor: Vuelvo a recordar que todos los mensajes y e-mails que recibió mi niña Paz fueron reales. Se trataba de los momentos estelares en que mi personaje saltaba de la ficción a la realidad.