Allí se hizo la soledad.
Fragmento perteneciente a
UNA NIÑA PERDIDA EN EL MAR.
RELATOS DEL FUEGO SANGUINARIO Y UN CANDOR.
Allí se hizo la soledad.
Fragmento perteneciente a
UNA NIÑA PERDIDA EN EL MAR.
RELATOS DEL FUEGO SANGUINARIO Y UN CANDOR.
Diez años después, la joven Valeria fue conducida por primera vez, por las vueltas que da la vida, a la afamada Basílica de la gran ciudad.
Fragmento perteneciente a
UNA NIÑA PERDIDA EN EL MAR.
RELATOS DEL FUEGO SANGUINARIO Y UN CANDOR.
A las dos niñas la playa les refrescaba los tobillos.
Fragmento perteneciente a
UNA NIÑA PERDIDA EN EL MAR.
RELATOS DEL FUEGO SANGUINARIO Y UN CANDOR.
Llegaron a tener el cerebro tan caliente que incluso sin el corazón en su pecho, consiguieron recordar la sonrisa de un ataúd de cristal.
Fragmento perteneciente a
UNA NIÑA PERDIDA EN EL MAR.
RELATOS DEL FUEGO SANGUINARIO Y UN CANDOR.
El mismísimo hijoputa aquel que fue acribillado, descuartizado y quemado en la plaza pública
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UNA NIÑA PERDIDA EN EL MAR.
RELATOS DEL FUEGO SANGUINARIO Y UN CANDOR.
—Ya no nos queda comida. Ahora nos moriremos de hambre. Procuremos no asustar al niño con nuestro miedo.
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UNA NIÑA PERDIDA EN EL MAR.
RELATOS DEL FUEGO SANGUINARIO Y UN CANDOR.
Como los habitantes del chamizo eran niños, los minutos transcurrían inquietos de chiquillerías.
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UNA NIÑA PERDIDA EN EL MAR.
RELATOS DEL FUEGO SANGUINARIO Y UN CANDOR.
La niña Valeria, con sus diez años, se sentía responsable y madraza al mismo tiempo.
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UNA NIÑA PERDIDA EN EL MAR.
RELATOS DEL FUEGO SANGUINARIO Y UN CANDOR.
Una niña se deslizaba en las aguas del mar emulando la destreza de los peces.
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UNA NIÑA PERDIDA EN EL MAR.
RELATOS DEL FUEGO SANGUINARIO Y UN CANDOR.
La niña Valeria protegió a su hermanito con las mantillas y su regazo, y se encaminó hacia la orilla del mar agradeciéndole al sol sus templadas caricias.
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UNA NIÑA PERDIDA EN EL MAR.
RELATOS DEL FUEGO SANGUINARIO Y UN CANDOR.
Desde sus alforjas se rizaba un humo violeta
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UNA NIÑA PERDIDA EN EL MAR.
RELATOS DEL FUEGO SANGUINARIO Y UN CANDOR.
El día que los dos guajiros de malas costumbres asaltaron el chamizo, los niños de aquella humilde estancia aprendieron a estar queditos y sin respirar debajo de la tierra
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UNA NIÑA PERDIDA EN EL MAR.
RELATOS DEL FUEGO SANGUINARIO Y UN CANDOR.