El colorín Bigfredo, desde la alegría de sus aires, despierta cada mañanica a nuestra niña Margarita. Y cuando esto sucede, un haz de luz, delante de ella, traza los más caprichosos óleos, las más fantásticas y admirables pinturas.
Fragmento perteneciente al relato titulado
«Anhelos y luces» , del libro Cuentos agrios (pág. 39).