Miró el nimbo de Dorita, sus cabellos de amarillo taxi barcelonés, la preciosidad que le otorgaban sus ojos de verde paloma.
Fragmento perteneciente a la novela titulada El solitario (pág. 130).
Miró el nimbo de Dorita, sus cabellos de amarillo taxi barcelonés, la preciosidad que le otorgaban sus ojos de verde paloma.
Fragmento perteneciente a la novela titulada El solitario (pág. 130).
Quedó absolutamente desnuda. No tenía reloj, ni pulseras, ni oros ni platas pendiendo de su cuello.
Fragmento perteneciente a la novela titulada El solitario (pág. 129).