Después le dio la espalda a los acontecimientos, escuchó la estrepitosa sirena de la ambulancia que se perdía, y pensó que la muerte, aquella tarde, le seguía los pasos.
Fragmento perteneciente a la novela titulada El solitario (pág. 90).
Después le dio la espalda a los acontecimientos, escuchó la estrepitosa sirena de la ambulancia que se perdía, y pensó que la muerte, aquella tarde, le seguía los pasos.
Fragmento perteneciente a la novela titulada El solitario (pág. 90).
Se volvieron. Comenzaron a alejarse. Poco a poco se confundieron entre la gente que deambulaba Rambla arriba.
Fragmento perteneciente a la novela titulada El solitario (pág. 89).
Al otro lado de la Rambla, justo enfrente, a unos quince metros, descubrió a su esposa fallecida, muy cerca del bordillo donde encontró la muerte.
Fragmento perteneciente a la novela titulada El solitario (pág. 88).
Cuando empezaba a admitir la posibilidad de que su adorada Magdalena podía estar muerta, sonó una sola vez el timbre rompiéndole, de cuajo, el inicio de un nuevo tormento.
Fragmento perteneciente a la novela titulada El solitario (pág. 79).
Buena parte de su discurso sobre Salomón está documentado en el Antiguo Testamento.
Fragmento perteneciente a la novela titulada El solitario (pág. 66).
Subió los peldaños del espacio circular dedicado al descubrimiento de las Américas y a su almirante, Cristóbal Colón. Bordeó e ignoró todos los relieves de bronce que recuerdan distintas escenas de aquella incipiente época colonizadora, en las postrimerías del siglo XV.
Fragmento perteneciente a la novela titulada El solitario (pág. 58).
Salió a la calle tal como estaba. Únicamente cogió las llaves. Se avecinaban las diez de la noche. Avanzaba por Escudellers, camino de la Rambla, disfrutando de cada paso, aspirando ruidosamente el olor del suelo empapado, como si las emanaciones que propiciaba la lluvia lo colmaran de más vida.
Fragmento perteneciente a la novela titulada El solitario (pág. 57).
Tan sólo derramó una lágrima, muy redonda, muy llena y biliosa.
Fragmento perteneciente a la novela titulada El solitario (pág. 32).
Antes de preguntarse por los motivos de aquel helado vértigo, a Salvador se le evaporó la mente. Vio que se empequeñecía su calle, que durante su ascenso irrefrenable se hacían diminutas las viejas azoteas.
Fragmento perteneciente a la novela titulada El solitario (pág. 31).
Como pasó el día tumbado en la cama, aislado de los estragos del mundo, los espaguetis que se llevaba a la boca, ya entrada la noche, representaban su desayuno, su comida y su cena, como en múltiples ocasiones.
Fragmento perteneciente a la novela titulada El solitario (pág. 30).
Pronto se echaría encima el invierno, con sus largas noches heladas de confusión y escarcha
Fragmento perteneciente a la novela titulada El solitario (pág. 19).
Los Reyes de España salieron por las portezuelas de un largo coche. Saludaron y posaron durante un tiempo que a Salvador le pareció del color de las lámparas encendidas.
Fragmento perteneciente a la novela titulada El solitario (pág. 17).
Otra bifurcación notoria, aunque olvidada y silenciada desde 1864, es el Pasaje del Reloj.
Fragmento perteneciente a la novela titulada El solitario (pág. 16).
Pensó que el dedo de Colón la señalaba.
Fragmento perteneciente al relato
titulado «Cosa de tres» , del libro TRENZADO DE HOMICIDAS (pág. 101).