Martorell, Barcelona

Pont del Diable (Puente del Diablo), Martorell

Una compañera de Departamento, muy amable, de hechuras y habla muy llanas, me indicó tan bien los pasos a seguir en coche, que el viernes llegué directo con el Ibiza, sin amagos de meter la pata. Descarto la visita al Puente del Diablo, aquel de origen romano con ojiva gótica. Aunque aún no he preguntado a nadie, intuyo que queda muy lejos a pie. El diablo en el candelero. Menudo elemento. Puente del Diablo. Un nombre que incita al morbo.

Fragmento perteneciente a DIETARIO EN RED 2009-2010

El día antes

Playa de Castelldefels (martes por la tarde, recién comido)

Pasa el tiempo. No llama. Llega la hora de comer. Pelo patatas. Y no llama. Frío las patatas. No llama. Casco un huevo frito en la sartén. Con el estrépito, salgo de la cocina para oír el timbre del teléfono, que no suena. Saco el huevo frito con la yema entera. Y no llama. Me frío un filete de lomo. Ninguna llamada. Llevo el plato a la mesa. Las bebidas. Empiezo a comer. Ningún telefonazo. Pienso que a lo mejor se me ha anotado mal el teléfono. Cuando me queda un pelín de comida, un par de bocados, suena el teléfono. Me levanto. Consciencia de que tengo la boca llena, de que así es imposible hablar inmediatamente. Detengo mis pasos. Trago a la carrera. Con el cuarto timbrazo, descuelgo el teléfono. Hablamos por fin.

Fragmento perteneciente a DIETARIO EN RED 2009-2010

En Esparraguera, hacia la derecha

Aparcamiento de Esparraguera, con la montaña de Montserrat al fondo

Y en ella mis ojos tirando hacia la derecha hasta vislumbrar, muy lejos, el río Llobregat, una pequeña curva inerte en el horizonte, como el descuidado manchón de un óleo. Y mis ojos tirando hacia la derecha hasta vislumbrar, muy lejos, la humilde ermita románica de Santa María del Puig. Y en ella mi mirada, como quien respira un manojo de siglos serenos, en un instante. Y mis ojos tirando hacia la derecha hasta contemplar la inmensidad de la montaña de Montserrat, esa prominencia de roca pulida y oronda, el alma de las mujeres, puesta en estampa sorprendente delante de la ciudad para impresionar, para que se evaporen los espíritus sensibles, para que las pequeñas pupilas se llenen de inmensidad, de admiración, de imaginación.

Fragmento perteneciente a DIETARIO EN RED 2009-2010

Esparreguera, de refilón

Ermita de Santa María del Puig, en Esparraguera

Esparreguera es un pueblo, milenario, que produce buenas vibraciones. Sé que tiene una ermita románica; y un pequeño muro, como restos de un castillo medieval; y una iglesia forjada, entre los siglos XVI y XVII; y el río Llobregat, mi viejo conocido; y un torrente, con fama de traidor; y el perenne macizo de Montserrat, tan a la vista que se nota su aliento de hinojo, un macizo tan claramente delimitado y redondo que parece barriga de preñada. A lo mejor tengo tiempo de fijarme, con más precisión, en todos estos elementos.

Fragmento perteneciente a DIETARIO EN RED 2009-2010