Balance del curso 2009-2010

Al final, irremediablemente, terminó recordándome a las morenazas de las películas que hacen de mala.

Fragmento perteneciente a DIETARIO EN RED 2009-2010

San Juan Despí, un instituto

(…). Salgo con una gratísima sorpresa, la de ser consciente de que aún existen institutos que conservan la vieja tradición del antiguo BUP y COU, aquellos institutos de Bachillerato que existieron hasta finales de los 90, en los que predominó un obligado esfuerzo de sus alumnos. He podido constatar en este centro que los chavales atesoran cierto nivel, que los nenes están acostumbrados a trabajar, un asunto que han asimilado como algo natural. He mandado deberes a más no poder. La inmensa mayoría los traía hechos. Y sin refunfuñar. Está tan arraigada la costumbre del trabajo en este centro, que incluso los críos castigados a la hora del patio hacen sus tareas, bolígrafo en mano, pese a sus carantoñas, sus pedorretas, los cachondeos intrínsecos a la edad. Ojalá se mantenga muchos años la actual línea docente de este centro. No es normal encontrar un instituto como el que acabo de conocer, sin apenas deterioro (…).

Fragmento perteneciente a DIETARIO EN RED 2009-2010

San Andrés de la Barca

Sant Andreu de la Barca, a la salida de la A-2

Fin en San Andrés de la Barca. Fue bonito mientras duró: seis meses justos. No es fácil, es muy difícil llegar a tan gran armonía, a tan buena armonía en un centro. Casi ocho años batallando por los andurriales de los institutos del país… y un disco rayado, cuando no por un flanco por otro, es la tónica dominante. Efectivamente, la primera vez que hablo tan bien de un instituto a lo largo de mi trayectoria. Y no sólo bien. Por su carácter singular, atípico, prácticamente inencontrable, diría que he trabajado entre los blancos algodones de una oculta utopía. Si no lo vivo no lo creo. Formidable cercanía con todo el personal en nómina. Con todos. En todos los niveles. Desde conserjería y secretaría, pasando por cada uno de los departamentos del profesorado, e incluso deteniéndome en el equipo directivo al completo. No sólo he tenido risas con todos, sino carcajadas. No puede pedirse más. Si no lo vivo no lo creo. Y sobre la diaria docencia a pie de pupitre, tan sólo me ha faltado apuntalar la optativa de Literatura de 2º de Bachillerato, esa agreste fosforescencia domesticada. Siempre recordaré, por otro lado, las positivas consecuencias de una gran fundida general, muy a tiempo, en una tanda de exámenes de 4º de ESO, en el grupo de «los listos». El grupo, ensoberbecido por sus grandes notas, ya no prestaba atención. Gran lección de humildad por el rapapolvo de un examen en su justo momento. Ahí tenía ya a los chavales, atendiendo con la picardía que he intentado insuflarles.

Sí, ha sido muy grato mi paso por este instituto de Sant Andreu de la Barca. Sensación de que el alumnado aprende, de que asume, con placer, mi estilo. Y hoy, nuevos nombramientos, nuevos institutos. El pez que se muerde la cola.

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Clases

¿La gramática como puzzle?

A día de hoy se nos ve a todos muy recuperados. No puedo dejar de afirmar que este grupo que encontré devastado por la tos, es de lo mejorcito que he hallado en mis siete años de experiencia. Guardan silencio. Atienden. Absorben. Preguntan. Se transforma en gozada poder transmitirles mis trucos gramaticales, comprobar cómo se quedan boquiabiertos con ellos, con caras de luz.

—Es atractivísima la gramática, ¿eh? —les digo en broma.

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