De las murallas, el Teso del Carmen

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Menuda se lio en esta parte de las murallas de Ávila, el Teso del Carmen, en el espacio de mi novela titulada COMO LAS VÍBORAS. En esa ocasión, también en mi anterior visita, estaba toda esta bajada nevada. Efectivamente, se me nota en la cara un buen grado de complacencia. Aquellos tiempos, aquellas imposturas.

La catedral de Ávila

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El atrio de la guerrera catedral de Ávila ofrece cierto detalle oculto. Todo es cuestión de fijarse un poco, tampoco demasiado. Detrás de mí aparece uno de los dos guerreros salvajes que flanquean la entrada. Curioso el interior.

La basílica de San Vicente

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Según mi parecer, y mis gustos, la basílica de San Vicente es la joya de la corona de toda Ávila. Por fuera, es una pieza de orfebrería perfectamente conservada; por dentro, entre otras huellas sorprendentes, posee el cincelado románico más impresionante que mis ojos han visto.

La plaza de Santa Teresa de Jesús

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La plaza de Santa Teresa de Jesús (la antigua plaza del Mercado Grande) da mucho juego en Ávila. Ya ando como loco por escribir, de lleno, sobre todo lo que estoy encontrando, y reencontrando, en esta ciudad. Al fondo se ve una de las más poderosas, y vistosas, puertas de las murallas, la puerta del Alcázar.

La iglesia románica de San Pedro

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Aquí, una de las fachadas laterales de la iglesia románica de San Pedro. Efectivamente, aquel edificio en cuyo interior se cometieron las impronunciables aberraciones con el joven Frankie, en mi novela de Ávila titulada COMO LAS VÍBORAS. Entre otros vestigios, este edificio tiene un interesante asunto en su rosetón.