Y se topó con un ojo absolutamente ensangrentado, de rubí intenso, enardecido por los destellos que le procuraban las lágrimas.
Fragmento perteneciente a la novela titulada El solitario (pág. 51).
Y se topó con un ojo absolutamente ensangrentado, de rubí intenso, enardecido por los destellos que le procuraban las lágrimas.
Fragmento perteneciente a la novela titulada El solitario (pág. 51).
El Pasaje del Reloj. Desde Escudellers se ve como una calle siniestra, sin salida, estrecha, oscura, desmadejada, triste, paralizada.
Fragmento perteneciente a la novela titulada El solitario (pág. 45).
Se le quedó la mente en blanco tras la primera decena de puños como piedras.
Fragmento perteneciente a la novela titulada El solitario (pág. 44).
A esas horas de la noche era imposible que aquella muchachita isleña, de Tenerife, pudiera reparar en que la mirada de aquel hombre desgreñado le inyectaba el sereno amanecer de su pueblo azul.
Fragmento perteneciente a la novela titulada El solitario (pág. 41).
Los camareros del California todavía viven, arrugados como una pasa, nonagenarios.
Fragmento perteneciente a la novela titulada El solitario (pág. 35).