Al último día del año le cuesta amanecer. Las ocho menos cuarto de la mañana, y ni un rayo de luz solar en la calle. Llovizna, no hace demasiado frío. Algunos goterones se ponen sonoros, vagos, muy vagos, al estrellarse en algunas techumbres de plástico, huecas, muy huecas, de los cuartos trasteros de los bajos. Con la pereza de un nene embobado, con el legañoso discurrir de un nene siempre en la luna, amanece el último día del año. Es un día lento, muy lento, como de puntillas. La llovizna ni siquiera deja agua en los cristales de las ventanas.
Fragmento perteneciente a DIETARIO EN RED 2009-2010