Radio, radio…

El otro día, agrupando las entrevistas de radio que me han hecho,
para tenerlas a un solo clic, me encontré con tres destacables,
de esas que se merecen el titulillo de “la más más”.

Hasta la fecha, la más intensa me la hizo
Montse Hidalgo, en La Xarxa, en 2018,
con motivo de la novela titulada El solitario.
La tenemos a un clic (pulsa en la foto)

La entrevista que connota nostalgia, la más nostálgica, me la hizo
Eduardo Yáñez, en Onda Cero, en 1999, tras salir publicada
mi primera novela, titulada El Paseo de los Caracoles,
La tenemos a un clic (pulsa en la foto).

 La más académica me la hizo Alberto Martínez,
en El Ojo Crítico, de Radio Nacional de España, en 2019,
instado por la publicación de los relatos agrupados en
Milagros de Nuestra Señora, en cuaderna vía,
de Gonzalo de Berceo, un poeta del siglo XIII,
adaptados por mí al castellano actual.
La tenemos a un clic (pulsa en la foto, y luego vete al minuto. 39.25).

Actualización del 26 de enero de 2022:
La más entrañable,
por los lazos afectivos
del tema tratado,
se corresponde con la Cadena Ser Ávila.
Me la hicieron Luis Sánchez
y Pablo Garcinuño,
e incluyó una lectura,
con música de fondo,
de la novela.

Reseña en Conversando entre Libros

Sucedió ayer.
Reseña de M. Carmen,
paisana de Cornellá de Llobregat,
sobre mi novela El Paseo de los Caracoles,
en Conversando entre Libros.
¡Todo un placer!
Muchas gracias.

Reseña sobre El Paseo de los Caracoles, por M. Carmen, en Conversando entre Libros*   *   *

No hay «tintes sobrenaturales». Toda la novela es «sobrenatural». Está en primera persona. Quien cuenta la historia, la voz narrativa, es un muerto, un fantasma. Y solo hay una persona, entre los vivos, que lo escucha, un abuelo ciego que anda relegado en su casa. (Interesantes los comentarios). Saludos.

* * *

M. Carmen Molero, ¿conversando, entre libros? Le has cortado la palabra a un escritor que lleva una década tras otra escribiendo. A la vista está. La ofensa existe, pero no es por mi parte, es por la tuya. A la vista está. El comentario mío, que aparece aquí en rojo, no salió. Porque borraste la página entera, reseña incluida. A la vista está. Al hacerme cargo de la realidad que yo en ese momento estaba viviendo, en un primer segundo sentí el peso de la incredulidad; en el siguiente, algo parecido a una decapitación; y en el tercero, la indiferencia que provocan muchos de mis recuerdos, entre los que formas parte. Pediste un ejemplar de la novela El Paseo de los Caracoles, y la editorial, sin ningún coste para ti, gratuitamente, amablemente te lo remitió a la dirección indicada. ¿Para esto? Hay que tener cuidado contigo. Repartes besotes. ¡Ojo con ellos!

Hoy, entrevistado en Resistencia Literaria

Resistencia Literaria publica hoy
una entrevista que me ha hecho.
¡Todo un placer!
Muchas gracias.

En TodoLiteratura, El Paseo de los Caracoles

De actualidad, en TodoLiteratura, mi novela El Paseo de los Caracoles.

¡Gracias!

El Paseo de los Caracoles, entre los destacados de MásLeer

Mi novela El Paseo de los Caracoles se encuentra esta semana entre las novelas destacadas de MásLeer.

¡Gracias!

Vídeo de El Paseo de los Caracoles

Vídeo de presentación sobre la novela El Paseo de los Caracoles (Alba Editorial, 1999 – Morfeo Editorial, 2019).

El Paseo de los Caracoles: El mundo de los muertos en abierta convivencia con los vivos.

Página en Morfeo Editorial: https://www.morfeoeditorial.com/tienda/el-paseo-de-los-caracoles/

Página en Amazon: https://www.amazon.es/Paseo-Caracoles-Antonio-Galvez-Alcaide/dp/1542666449

Información general: https://www.morfeoeditorial.com/infopaseo.htm

El Paseo de los Caracoles, veinte años después

Qué placer más grande anunciar la novela El Paseo de los Caracoles, veinte años después (Alba Editorial, 1999 – Morfeo Editorial, 2019). ¿Alquien duda de su solidez? Yo, por supuesto, no.

El Paseo de los Caracoles: El mundo de los muertos en abierta convivencia con los vivos.

Información general

CRÍTICAS

Día de difuntos, de los muertos

Hoy, como suele decirse, es el día de los muertos. Las tradiciones se dejan notar.

OSCURIDAD

Día de los muertos en una cocina, dentro de la oscuridadLUZ

Día de los muertos en una cocina, dentro de la luzMi antigua novela, EL PASEO DE LOS CARACOLES, se ha estado publicitando estos días.

 

Entrevista sobre EL PASEO DE LOS CARACOLES, en Onda Cero

Entrevista, de Eduardo Yañez, en Onda Cero.

Eduardo Yañez, el locutor que me hizo la entrevista en Onda Cero

Eduardo Yañez.

La entrevista, aquí.

P.D. De nuevo, Eduardo, muchas gracias. Ahora, dieciocho años después.

Entrevista sobre EL PASEO DE LOS CARACOLES, en Sants Montjuic Radio

Entrevista, de Cándido Querol, en Sants Montjuic Radio.

Cándido Querol, el locutor que me hizo la entrevista en Sants Montjuic Radio

Cándido Querol.

 Lectura de fragmentos escogidos por Cándido Querol,
intercalada con curiosas canciones: 1.

Lectura de fragmentos escogidos por Cándido Querol,
intercalada con curiosas canciones: 2.

Se inicia la entrevista: 3.

Termina la entrevista: 4.

P.D. De nuevo, Cándido, muchas gracias. Ahora, dieciocho años después.

Crítica a EL PASEO DE LOS CARACOLES, en El Cultural, de El Mundo

Crítica, excelente, de Care Santos, a la primera edición de la novela EL PASEO DE LOS CARACOLES. Salió en el suplemento El Cultural, del diario El Mundo, el día 27 de junio de 1999. Llama la atención cómo se parangona mi primera novela con obras cimeras de la literatura en lengua española, como La colmena, de Camilo José Cela, Cien años de soledad, de Gabriel García Márquez, o Pedro Páramo, de Juan Rulfo.

Crítica de Care Santos a EL PASEO DE LOS CARACOLES

Crítica a EL PASEO DE LOS CARACOLES

Transcribo la crítica:

Entre Cornellá y Sant Joan Despí, dos poblaciones de la periferia de Barcelona, se extiende El Paseo de los Caracoles. Es un lugar poblado y vital, pero también perfumado por la fragancia a cipreses que llega de los dos cementerios que lo flanquean. Además, estamos en un largo y caluroso día de verano, y va a haber un eclipse. En estas coordenadas espacio-temporales se sitúa la primera novela de Antonio Gálvez Alcaide (Sant Joan Despí, 1963), quien ya contaba en su haber con un édito libro de cuentos, Relatos del fuego sanguinario y un candor, antes de llegar con esta historia a la recta final del último premio Alba-Prensa Canaria, razón por la cual Menchu Solís decidió publicarla.
Es interesante que el escenario escogido por el autor para su debut en los relatos de largo aliento haya sido su propia ciudad. Una ciudad, por ciento, de escasa o casi nula presencia literaria. He aquí el primer aliciente de esta novela. Pero –como siempre sucede– la descripción de un espacio geográfico implica otras consideraciones mucho más profundas.
Al elegir hablar de Sant Joan Despí y de Cornellá, Gálvez está eligiendo hablar de una determinada Cataluña: la de los emigrantes y su descendencia. Con el diccionario de la Academia en la mano podríamos decir que este es un verídico retrato de la Cataluña charnega, que sí ha conocido glorias literarias. Y valga una sola, como ejemplo: El amante bilingüe, de Juan Marsé.
Sin embargo, hay que ser muy ingenuo para no entender que el Paseo de los Caracoles es, más que el escenario de esta historia, el verdadero –tal vez el único– protagonista de la misma. El autor nos presenta a un numeroso ramillete de personajes, todos vecinos del paseo: Pepín, Pachurra, Gemma, Federico, Angelines, Fernandín, Mercedes, María…
Y nos habla de sus circunstancias: la drogadicción, el desengaño, la soledad, la muerte. Es una foto de familia plagada de personajes grises que nos transmiten sus grises experiencias. Sin embargo, uno de estos personajes empieza a imponerse misteriosamente: el narrador. Un narrador intervencionista que, cuando por fin se presenta, en el tercer capítulo, ya tiene al lector intrigadísimo.
Y no hay para menos, ya que el narrador –pronto lo sabremos– es un muerto. Y el Paseo de los Caracoles, que a ratos nos parecía La Colmena y a ratos –arrastrados por la interferencia de lo mágico– nos recordaba a Macondo, ya sólo nos evoca irresistiblemente a Comala, el pueblo imaginario que Juan Rulfo pobló de muertos. A medida que avanzamos en la narración, el autor nos demuestra que algo de eso había: los muertos tienen en esta historia muchísima más importancia que los vivos, y serán ellos los que al final del libro se impongan sobre el resto. “Los muertos que ululan por el Paseo son de todos los tamaños y edades. Unos arrojan alegría; otros, los más jóvenes, juegan a las carreras por las aceras vacías; otros hacen malabarismos mientras flotan en el aire; otros se cuentan sus vidas y sus muertes”, nos deja claro el autor en la página 185.
Por todo, el universo que nos presenta Gálvez es fascinante y sobrecogedor. Más aún porque el paisajista ha tenido buen gusto para escoger los colores de la paleta: la grisura de los protagonistas, la oscuridad del conjunto –con la muerte siempre em primer término– y los colorines de un narrador tan jovial como muy pocos vivos.

Crítica a EL PASEO DE LOS CARACOLES, en Babelia, de El País

Crítica a la primera edición de la novela EL PASEO DE LOS CARACOLES. Esta pertenece a Javier Calvo. Salió en el suplemento cultural Babelia, del diario El País, el 17 de julio de 1999. Resulta llamativo que se califique la novela como «original danse macabre» y que se indique que la novela hunde algunas de sus raíces en la novela de Camilo José Cela titulada La familia de Pascual Duarte.

Crítica de Javier Calvo a EL PASEO DE LOS CARACOLES

Crítica a EL PASEO DE LOS CARACOLES

Transcribo la crítica a continuación:

DANZA MACABRA EN UNA BARRIADA DE INMIGRANTES
La primera novela de Antonio Gálvez Alcaide (Barcelona, 1963) es una original danse macabre ambientada en una barriada de inmigrantes andaluces del extrarradio barcelonés. El narrador es un espectro que deambula por ese escenario –representado como ámbito tétrico y mortuorio–, donde la vida miserable de sus habitantes es asimilada con la muerte gracias a la perspectiva del fantasma que ve ambos mundos superpuestos. La fantasmagoría del relato actúa como sistema de metáforas dentro de un retablo donde lo grotesco, lo macabro y la degradación sexual son exagerados deliberadamente en una valiente apuesta por lo horrible más allá de toda sutileza, experimento que hunde algunas de sus raíces en el Pascual Duarte.

Crítica a EL PASEO DE LOS CARACOLES, en la revista Lateral

Crítica a la primera edición de la novela EL PASEO DE LOS CARACOLES. Pertenece a Eusebi Boyés. Salió en la revista Lateral, en el número 59, de noviembre de 1999. Este crítico, además de acercarme a Juan Rulfo y a Camilo José Cela, también me aproxima a Francisco Umbral y a Juan Marsé. Se destaca que proclame que la Cornellá de Antonio Gálvez Alcaide es la heredera de La Verneda de Juan Marsé. Paso escaneo.

Crítica de Eusebi Boyés a EL PASEO DE LOS CARACOLES

Crítica a EL PASEO DE LOS CARACOLES

Como no se ve muy clara la crítica, la transcribo a continuación:

Una colmena deudora de Cela y su variopinto catálogo de habitantes: ése es el marco de El Paseo de los Caracoles, opera prima de Antonio Gálvez Alcaide (Sant Joan Despí, Barcelona, 1963). El título remite a la rambla que separa dos municipios del extrarradio barcelonés: Cornellá y Sant Joan Despí. Una rambla conocida por sus bares de caracoles y por su peculiar ubicación, ya que separa los cementerios de ambas poblaciones. Es decir: conviven en ella la vida de las terrazas y la muerte de los nichos, los vivos y los muertos.
Dos son los principales aciertos de la novela. Por un lado, el confundir, como si de un relato de Juan Rulfo se tratara, espíritus y seres de carne y hueso, fantasmas repletos de vitalidad y gente muerta en vida. El propio narrador, como se irá descubriendo, es un espectro que tiene acceso a la existencia de decenas de personajes gracias a su invisibilidad. Por otro lado, utilizar para el retrato de ese microcosmos un lenguaje rico y sugerente, en la línea del esgrimido por Umbral o el mismo Cela. Su mayor defecto –justo es señalarlo– deriva de esa circunstancia. El autor no acaba de encontrar su estilo propio y la prosa suena a leída. Pero ésa no es razón para abandonar la lectura. Sobre todo si el lector es amante de la literaturización de la Barcelona periférica, la Barcelona de los emigrantes, los contrastes, los viejos pobres y los nuevos ricos. En ese sentido, no hay duda de que el Cornellá de Gálvez Alcaide es el heredero de La Verneda de Juan Marsé.

 

El Paseo de los Caracoles, regalado

Siempre satisface encontrarse con un bonito tipo de noticias.
En este caso me estoy refiriendo a mi novela El Paseo de los Caracoles.
MUCHAS GRACIAS

Fragmento perteneciente a DIETARIO EN RED 2009-2010

Reportaje fotográfico…(137)

El Paseo de los Caracoles. Reportaje fotográfico.

20 de julio de 2004. Segunda visita a Cornellá. En esta ocasión, sola. Todo el día con Antonio, y parte de la noche. Y de regreso a Castelldefels, con su Ibiza Sport. Jornada de ensueño. Inolvidable. De las que marcan una vida. Sin exagerar.

Bar Los Cazadores. En la novela aparece como

Texto perteneciente a la novela titulada CALIENTE (pág. 143).

 

Ángel que luego fue portada…(126)

Ángel perteneciente al cementerio de Cornellá, y portada de la última edición de El Paseo de los Caracoles

Estamos en la calle del cementerio de Cornellá. Apunto su nombre: carrer Josep Fiter i Inglés. A medida que andamos, la figura blanca concreta su fisonomía. Se trata de un ángel de mármol, con sus correspondientes alas de algodón.

Texto perteneciente a la novela titulada CALIENTE (pág. 132).

Mangas verdes

Manuel M. Almeida

Acabo de descubrir un blog que impresiona: Mangas verdes. Su autor se llama Manuel M. Almeida. Aparte de ser periodista, es un experto en Internet, asunto que salta a la vista rápido. También acabo de descubrir que Manuel y yo tenemos algo en común sobre el tema literario: nuestras primeras novelas fueron publicadas por Alba Editorial. La suya, en 1998; la mía, en 1999. La suya se titula Tres en raya; la mía, El Paseo de los Caracoles. Ambas novelas descatalogadas en Alba Editorial. Y aunque la mía sigue viva en Morfeo Editorial; la suya sigue viva en pdf, como descarga gratuita, en la propia web del autor.

Cargado de reflexiones, abandono esta entradilla.

En la casa de mis padres

La casa de mis padres, en el pasado

Frente a la casa de mis padres

Estoy frente a la casa donde vivieron mis padres, la casa de mi abuela mama Antonia. Está situada en la calle Federico García Lorca, bonito nombre, en el número 6, que se desvía en perpendicular, pues corresponde a lo que queda de la desaparecida calle El Pardito.

Fragmento perteneciente a
CÓRDOBA
.

La Virgen de la Torre

Torre de don Lucas, más conocida como La Virgen de la Torre (La Victoria, Córdoba)

Virgen de la Torre (La Victoria, Córdoba)

Tras tomar un café con leche en un bar de la plaza del Potro, me monto en un taxi que me lleva a La Victoria, el pueblo de mis padres, que se ubica a unos treinta kilómetros. La Victoria, uno de los espacios de mi novela El Paseo de los Caracoles. Ternura. Desarraigo.

Fragmento perteneciente a
CÓRDOBA
.

Últimos pasos en Aguilar

Plaza de San José, Aguilar de la Frontera

Poco antes de emprender la salida, respiro hondo sin saber por qué. Camino de la salida, agradezco a los que trajinan su conmiseración. Cierro la puerta de la iglesia. Repentina lluvia de calor. Ensancho la vista hacia el adiós de Aguilar.

P.D. De Aguilar es María, conocida como la Virgen, uno de los personajes de la novela El Paseo de los Caracoles.

Pasos de la Virgen

Pasos de Cristo

Fragmento perteneciente a
CÓRDOBA
.

Con la literatura por delante…(1)

Charles Bukowski

Federico García Lorca

Antonio Gálvez Alcaide

Ahora que empiezo a entrever la pesada carga de la responsabilidad adulta, no dejo de recordar mis determinantes quince años, las lecturas frenétikas de aquella época y el nabo enorme de mi profe de Lengua, aquel profe loko y brillante del que no he vuelto a saber absolutamente nada.

Texto perteneciente a la novela titulada CALIENTE.

Sorpresa matinal

Dos ediciones de El Paseo de los Caracoles

Muy de mañana. Y enfrascado con el archivo fotográfico que dejó mi niña Paz en la Red. Qué recuerdos. Volveré a colgar muchas de estas fotografías. En medio de la rutina del copiar y pegar, acaba de saltar la sorpresa. Me he reencontrado con un comentario, que creía perdido para siempre, sobre mi novela El Paseo de los Caracoles. La firmó un tal Caliban. Aunque no aparece la fecha en mi documento de Word, sé que data de 2004, y que es seguro que pertenece a César, un compañero de instituto, profesor de inglés, que tuve en Esplugas. Gracias, amigo. Tu análisis pasa ya, con tinta fresca, a los anales de mi memoria.

Caliban:
EL OLOR DE LOS CIPRESES

Otro libro en mis manos. Un fin de semana para disfrutarlo. Qué más se puede pedir, con lo que necesito últimamente del negro sobre blanco para apaciguar desazones. El libro en cuestión es de un joven escritor barcelonés, Antonio Gálvez Alcaide. Se titula El paseo de los caracoles, y en mi opinión es un hermoso ejercicio narrativo, poco frecuente en los tiempos que corren, que embelesa al lector, lo guía por casi todos los recovecos vitales —y mortales— del barrio de les Planes, entre Cornellà y Sant Joan Despí, y al remate lo deja con la impresión de que, para nuestro alivio y mayor esperanza de los letra heridos, aún hay gente que escribe con la pasión y la devoción que sólo pueden emanar de un amor verdadero, profundo, casi exclusivo, por la literatura.

Cómo se nota que Gálvez está prendado de la escritura. Su libro me ha asombrado. Una corriente de tinta fluye, suave y sin arrugas como una seda, a lo largo de unas páginas que me costará olvidar. Sorprende la reciedad de una lengua sin tapujos, de expresión justa y parca, pero a la vez exquisitamente sensible y profunda. Esto resulta en una lectura que te duele y te emociona a la vez, como lo hace la vida cotidiana, todo lo que vemos, oímos y palpamos, los avatares de nuestras existencias.

Personalmente, El paseo de los caracoles me ha marcado, no sólo por la calidad literaria que rezuma en abundancia por sus páginas, sino tal vez también por el momento en que lo he recibido. Cosas vividas que había olvidado, eso creía yo, como un antiguo amor que se me cae a los pies, tropiezo en él y me doy el gran morrazo. Y poco antes, ha planeado sobre mí la amenazadora sombra del buitre de un dolor de mal nombrar y peor sufrir. La tortura de la mente me flagela el cuerpo. Sí, será eso. He pensado mucho estos días, le he dado vueltas a la cabeza sobre lo que significa la muerte y quiero explicar la impresión que me ha causado esta lectura, y lo que me ha enseñado. Porque desde pequeñito tengo la sana costumbre de aprender algo nuevo todos los días, antes de acostarme.

La muerte nunca me había mirado a la cara. Sólo la veía reflejada en los rostros de seres queridos, y me aterrorizaba. Ahora ese pánico se ha vuelto aceptación, y en cierto modo, curiosidad. No tengo gana alguna de morirme, pero ya no me da miedo. La muerte es la vida y ambas son inseparables compañeras. Gálvez en su Paseo nos la hace ver con otros ojos. Y de ese modo no me importaría disolverme en ese otro mundo, y flotar en la buena compaña de sus habitantes. Tomarme unos finos en el bar “Los Cordobeses” con el Olivotranco, y hablar de su pueblo y de los míos, siguiéndole el rastro con la vista a la rata Susana. Me moriría aunque sólo fuera por beberme las lágrimas de las negras pestañas de Mercedes, hermosa en ambas vidas. Leería poemas con Fernandín de Rodríguez, flotando detrás suyo, por encima de su hombro. Y a mí, como al buenazo de Pepín, también me encantaría palparle bien el culo a la morenaza Gemma.

Curiosamente, cerca de mi barrio, que es periférico, inmigrante y barcelonés, también hay un cementerio, y desde que me aventuré por las páginas de este libro, siento de vez en cuando el impulso de visitar el camposanto, a pensar en los vivos y en los muertos, a impregnar mi cuerpo y henchir mi olfato del dulce olor de los cipreses, que me sirva de incienso en una ceremonia de reconciliación conmigo mismo. Hace poco, una tarde soleada de las pocas que hemos tenido esta primavera, me quedé absorto en la observación de uno de esos árboles, que apuntaba al cielo como una espada verde. Al poco rato me pareció que me enroscaba a su alrededor, que lo envolvía y me aferraba a él como algo que se ama y se necesita a la vez. Poco después flotaba por los aires y contemplaba desde lo alto el barrio donde nací y me crié, otro barrio obrero que dio nombre y carta de existencia a los altres catalans. ¿Será que he traspasado los lindares de ese “otro mundo”? No lo sé a ciencia cierta, lo que sí sé es que hacía tiempo que no me sentía tan a gusto. Es como una nueva dimensión.

Gálvez, gracias por este libro, y que vengan más.

Texto perteneciente a DIETARIO EN RED 2007-2008.

¿Un cuento infantil?

ANHELOS Y LUCES
Por Antonio Gálvez Alcaide.
Ilustraciones: Walter Canevaro.

Este cuento apareció en el semanario Blanco y Negro del diario ABC, el día 2 de abril de 2000. Anhelos y luces, junto con Después del sueño, que próximamente colgaré, forma parte del ensayo titulado Los cuentos publicados en Blanco y Negro: 1989-2000, de la doctora Pilar Vega Rodríguez, del Dpto. de Filología Española III de la Universidad Complutense de Madrid. El ensayo puede consultarse en el nº 16 de la revista Espéculo (UCM).

Introducción de la revista Blanco y Negro a Anhelos y luces:

«Como mecida por los ecos de unos versos escolares, una niña juega, sueña y se asoma a los misteriosos territorios de la muerte».

Colofón de la revista Blanco y Negro a Anhelos y luces:

«Antonio Gálvez Alcaide (San Juan Despí, Barcelona, 1963), autor cuya escritura está signada por un estilo caracterizado por su lirismo de corte introspectivo y sensible, ha publicado el libro de cuentos Relatos del fuego sanguinario y un candor y la novela El Paseo de los Caracoles«.

Anhelos y luces pertenece al libro Cuentos agrios.

P.D. Esta entradilla fue publicada inicialmente, en mi antiguo Blog, el 9 de mayo de 2005. Estoy rescatando todo lo rescatable del antiguo blog. Algunos de los comentarios de esta entradilla se refieren a Caliente, la novela cibernética que acababa de presentar, íntegramente por la Red, a todos los que la habían vivido, y que estaba preparando por aquellas fechas para publicarla en libro.

Nuevo curso académico

Las vacaciones han volado tan

Fragmento perteneciente a DIETARIO EN RED 2007-2008.

Una de las mías

Portada de la novela El informe del roedor

Sale El informe del roedor. Ya era hora. Como saben muchos, se trata de la novela aquella que fue finalista, en 1998, con otra de las mías, El Paseo de los Caracoles. La carambola se dio en el premio de novela Prensa Canaria, aquel premio dotado con tres millones de pesetas que hizo público, como recogieron algunos medios, los títulos de las seis novelas que llegaron a la final (de las seis, dos eran mías). Alba Editorial publicaba la obra ganadora. Rosa Regás fue uno de los componentes del jurado. Indudablemente, el hecho de que casi la mitad de las obras finalistas fuesen mías, influyó a la hora de publicar, siquiera, una de las mías, como así ocurrió. Hoy no quiero recordar aquella semana del fallo del premio.

Fragmento perteneciente a DIETARIO EN RED 2007-2008.

Un blog

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Muy de mañana. Por curiosidad

Fragmento perteneciente a DIETARIO EN RED 2007-2008.

Sobre Antonio Orejudo

Leo un escrito de Antonio Orejudo, en El Cultural. Confiesa su odisea editorial. Dice, entre otros mareos de perdiz, que tras terminar su primera novela tuvo suerte, ya que la editorial Tusquets y la Escuela de Letras convocaron el primer Premio de Narrativa Joven y que todo parecía creado para él. Y también para mí, qué casualidad, en relación a mi primera novela El Paseo de los Caracoles, que finalmente publicó Alba Editorial.

Fragmento perteneciente a DIETARIO EN RED 2007-2008.

Fin del curso 2005-2006

Finiquitado el curso. Desde ayer, con

Entradilla inicial. Texto de DIETARIO EN RED 2004-2006