Jacinto Verdaguer

Jacinto Verdaguer

Durante la madrugada trato, una vez más, de leer a Verdaguer. No he podido, hasta ahora, terminar ni un solo canto de La Atlántida o del Canigó. Me avergüenzo, incluso, de confesarlo… Hago otro esfuerzo. Clavo el diente. El paquete no pasa. Toda esta enorme geología, todas estas historias desorbitadas, no me producen el menor interés. Comprendo que estos escritos son una gran cosa y que las literaturas tienen que contener estas baluernas de la misma manera que en los grandes palacios tiene que haber enormes chimeneas que no calientan, meramente decorativas, y tapices colgados de las paredes. Comprendo, asimismo, que mi sensibilidad es muy incompleta. Pero no puedo hacer más. La sensación de vacío, la escombrera de verbalismo, glorioso, efectista, pero totalmente desligado de la vida humana auténtica, la sonoridad grandiosa de las estrofas, me esterilizan toda posibilidad de atención o de curiosidad.
He oído suspirar alguna vez:
-¡La mística, la poesía mística de Verdaguer…!
Pero yo querría que alguien me explicase qué relación tiene este país, poblado de esta clase de payeses, de esta clase de palurdos, de la industria y del comercio, con la mística. Querría que alguien me explicase qué intención tenía Verdaguer en tratar de ligarnos, a través de la mística, con una literatura tan intrísecamente forastera.

Fragmento perteneciente al diario de Josep Pla, El cuaderno gris (pág. 53).

Escritos míos donde aparece Josep Pla:

Dietario en Red 2004-2006
Dietario en Red 2007-2008
Articulismo formal
Crónicas estivales
Mi cuaderno gris

Limpieza

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Por e-mail, le hablo a Anna Caballé sobre el reconocimiento literario, una cosa muy rara cuya falta a muchos les sirve de puntilla.

Fragmento perteneciente a DIETARIO EN RED 2007-2008.