De actualidad, en TodoLiteratura,
mi libro de cuentos
Relatos del fuego sanguinario y un candor.
¡Gracias!
De actualidad, en TodoLiteratura,
mi libro de cuentos
Relatos del fuego sanguinario y un candor.
¡Gracias!
Disponible, la reedición de mi primer libro publicado:
RELATOS DEL FUEGO SANGUINARIO Y UN CANDOR.
–Calambur Editorial, 1997 – Morfeo Editorial, 2020–
Sitio web del Lazarillo, aquí.
La señorita Elvira, de vueltas en la cama, está desasosegada, impaciente, y una pesadilla se le va mientras otra le llega. La alcoba de la señorita Elvira huele a ropa usada y a mujer: las mujeres no huelen a perfume, huelen a pescado rancio. La señorita Elvira tiene jadeante y como entrecortado el respirar, y su sueño violento, desapacible, su sueño de cabeza caliente y panza fría, hace crujir, quejumbroso, el vetusto colchón.
Un gato negro y medio calvo que ronríe enigmáticamente, como si fuera una persona, y que tiene en los ojos un brillo que espanta, se tira, desde una distancia tremenda, sobre la señorita Elvira. La mujer se defiende a patadas, a golpes. El gato cae contra los muebles y rebota, como una pelota de goma, para lanzarse de nuevo encima de la cama. (…). Mira siniestramente, como un verdugo. Se sube a la mesa de noche y fija sus ojos sobre la señorita Elvira con un gesto sanguinario. La señorita Elvira no se atreve ni a respirar. El gato baja a la almohada y le lame la boca y los párpados con suavidad, como un baboso. Tiene la lengua tibia como las ingles y suave, igual que el terciopelo. (…). A la señorita Elvira le tiembla todo el cuerpo con violencia. Respira con fuerza mientras siente la lengua del gato lamiéndole los labios. El gato sigue estirándose cada vez más. La señorita Elvira va quedándose sin respiración, con la boca seca. Sus muslos se entreabren, un instante cautelosos, descarados después…
La señorita Elvira se despierta de súbito y enciende la luz. Tiene el camisón empapado en sudor. Siente frío, se levanta y se echa el abrigo sobre los pies. Los oídos le zumban un poco y los pezones, como en los buenos tiempos, se le muestran rebeldes, casi altivos.
Se duerme con la luz encendida, la señorita Elvira.
Fragmento perteneciente a la novela de Camilo José Cela, La colmena (pág. 190).
Escritos míos donde aparece Camilo José Cela:
-Adiós, Sonsoles, hasta luego.
La mujer ni levanta la vista de la costura.
-Adiós, Alfonso, dame un beso.
Sonsoles tiene debilidad en la vista, tiene los párpados rojos; parece siempre que acaba de estar llorando. A la pobre, Madrid no le prueba. De recién casada estaba hermosa, gorda, reluciente, daba gusto verla, pero ahora, a pesar de no ser vieja aún, está ya hecha una ruina. A la mujer le salieron mal sus cálculos, creyó que en Madrid se ataban los perros con longanizas, se casó con un madrileño y ahora que ya las cosas no tenían arreglo, se dio cuenta de que se había equivocado. En su pueblo, en Navarredondillas, provincia de Ávila, era una señorita y comía hasta hartarse; en Madrid era una desdichada que se iba a la cama sin cenar la mayor parte de los días.(…) Macario y su novia, muy cogiditos de la mano, están sentados en un banco, en el cuchitril de la señora Fructuosa, tía de Matildita y portera de la calle de Fernando VI.
-Hasta siempre…
Matildita y Macario hablan en un susurro.
-Adiós, pajarito mío, me voy a trabajar.
-Adiós, amor, hasta mañana. Yo estaré todo el tiempo pensando en ti.
Fragmento perteneciente a la novela de Camilo José Cela, La colmena (pág. 140).
Escritos míos donde aparece Camilo José Cela:
Al niño que cantaba flamenco le arreó una coz una golfa borracha. El único comentario fue un comentario puritano.
-¡Caray, con las horas de estar bebida! ¿Qué dejará para luego?
El niño no se cayó al suelo, se fue de narices contra la pared. Desde lejos dijo tres o cuatro verdades a la mujer, se palpó un poco la cara y siguió andando. A la puerta de otra taberna volvió a cantar.
El niño no tiene cara de persona, tiene cara de animal doméstico, de sucia bestia, de pervertida bestia de corral. Son muy pocos sus años para que el dolor haya marcado aún el navajazo del cinismo -o de la resignación- en su cara, y su cara tiene una bella e ingenua expresión estúpida, una expresión de no entender nada de lo que pasa. Todo lo que pasa es un milagro para el gitanito, que nació de milagro, que come de milagro, que vive de milagro y que tiene fuerzas para cantar de puero milagro.
Detrás de los días vienen las noches, detrás de las noches vienen los días. El año tiene cuatro estaciones: primavera, verano, otoño, invierno. Hay verdades que se sienten dentro del cuerpo, como el hambre o las ganas de orinar.
Fragmento perteneciente a la novela de Camilo José Cela, La colmena (pág. 82).
Escritos míos donde aparece Camilo José Cela:
¡POR FIN!
¡POR FIN!
«Aquí entrego la primera adaptación al castellano moderno que he hecho de una obra antigua de nuestra literatura. No ha sido una tarea sencilla. He reescrito la novelita cuatro veces. Para esta labor no sólo basta la búsqueda del término preciso sobre una palabra o un sintagma ya desaparecidos, o con el significado cambiado actualmente, sino que hay que pulverizar la dislocada sintaxis que tantos quebrantos causa al lector de hoy».
Fragmento perteneciente a la Introducción,
de La vida de Lazarillo de Tormes (edición en castellano moderno).