Ávila

De todas las crónicas de viajes que he escrito, Ávila es la que más trabajo me ha costado. Su narración nunca se terminaba. Así un día, y otro, hasta tal extremo que tuve que tomar una decisión extrema, dadas las cercanías de mi vuelta a las clases. Y esa decisión no ha sido otra que la de enclaustrarme en casa y no salir a la calle para nada. Para nada, en el sentido literal de la palabra.

Así es, he estado encerrado en casa, durante una semana exacta, sin salir, siquiera, a comprar el pan (sabiendo cómo me las gasto, ya me avituallé con antelación).

Ávila es la crónica de viajes más extensa que me ha salido hasta la fecha. He de decir también que jamás he hecho tantos kilómetros a pie en una misma ciudad. Y que no me he dejado nada en el tintero.

La puerta de la Malaventura

Esta puerta de las murallas de Ávila, la puerta de la Malaventura, la he encontrado inexplicable y absolutamente cambiada. El cambio me ha dejado boquiabierto, cabreado. Los motivos los dejaré escritos, por supuesto. Fíjense en el barrido caminito que hay hasta ella: por ahí van los tiros… que me han dado de lleno.