Ávila

De todas las crónicas de viajes que he escrito, Ávila es la que más trabajo me ha costado. Su narración nunca se terminaba. Así un día, y otro, hasta tal extremo que tuve que tomar una decisión extrema, dadas las cercanías de mi vuelta a las clases. Y esa decisión no ha sido otra que la de enclaustrarme en casa y no salir a la calle para nada. Para nada, en el sentido literal de la palabra.

Así es, he estado encerrado en casa, durante una semana exacta, sin salir, siquiera, a comprar el pan (sabiendo cómo me las gasto, ya me avituallé con antelación).

Ávila es la crónica de viajes más extensa que me ha salido hasta la fecha. He de decir también que jamás he hecho tantos kilómetros a pie en una misma ciudad. Y que no me he dejado nada en el tintero.

De las murallas, el Teso del Carmen

Menuda se lio en esta parte de las murallas de Ávila, el Teso del Carmen, en el espacio de mi novela titulada COMO LAS VÍBORAS. En esa ocasión, también en mi anterior visita, estaba toda esta bajada nevada. Efectivamente, se me nota en la cara un buen grado de complacencia. Aquellos tiempos, aquellas imposturas.

En Ávila, desde los Cuatro Postes

Quince años después,
de nuevo en Ávila.
Panorámica que se recoge desde las afueras,
en los Cuatro Postes.