—Totalmente real —continuó Salvador—. Fue la mortaja de Jesús de Nazaret. Y en ella no sólo se aprecia ese rostro que veis, sino toda la silueta de su cuerpo, grabada a fuego.
Fragmento perteneciente a la novela titulada El solitario (pág. 120).
—Totalmente real —continuó Salvador—. Fue la mortaja de Jesús de Nazaret. Y en ella no sólo se aprecia ese rostro que veis, sino toda la silueta de su cuerpo, grabada a fuego.
Fragmento perteneciente a la novela titulada El solitario (pág. 120).
Se incomodó como si le hubieran propinado un pellizquito y exclamó:
—¡La cara de un muerto!
Fragmento perteneciente a la novela titulada El solitario (pág. 119).